El mundo llora la muerte de Nelson Mandela. El premio Nobel de la Paz y expresidente surafricano falleció anoche a los 95 años en su residencia de Johannesburgo. La infección pulmonar contraída durante sus 27 años en prisión acabó con un líder capaz de cambiar el mundo. Mandela pasará a la historia por muchos de sus valores, pero sobre todo por la batalla contra la discriminación racial y por su ejemplo en favor de la igualdad y la libertad.
Nacido el 18 de julio de 1918 en el pequeño pueblo de Mvezo, en la región de Transkei (sureste) dentro del clan real de los Thembu de la etnia xhosa, su verdadero nombre, Rolihlahla, significa "el que trae problemas". En la escuela los maestros empezaron a llamarle Nelson, nombre que utilizó desde entonces.
A su llegada a la metrópolis, Johannesburgo, el joven Mandela tomó conciencia de la segregación que dividía su país. Allí conoció a Walter Sisulu, su mentor y mejor amigo. Le abrió las puertas del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido de la mayoría negra. Su militancia política le alejó de su primera esposa, Evelyn, pero le llevó a conocer a Winnie.
Junto a Oliver Tambo y otros jóvenes líderes tomó las riendas del partido para luchar contra el régimen del apartheid. El "desarrollo separado de las razas" es impuesto en 1948. El fracaso de las campañas de movilización no violenta inspiradas en los métodos de Gandhi se evidenció en la masacre de Sharpeville, el 21 de marzo de 1960. En ella la represión blanca contra una marcha pacífica por la abolición de los passes causa 69 muertos y centenares de heridos. Ya en 1955 en unas palabras que le traerán durísimas consecuencias, Mandela declaró que el tiempo de la resistencia pasiva había terminado ante una minoría blanca decidida a conservar el poder a toda costa. Detenido en varias ocasiones, pasó a la clandestinidad y decidió orientar el movimiento hacia la lucha armada, que ve como la única capaz de doblegar al poder blanco. Las autoridades surafricanas, que en plena Guerra Fría se presentaron como un bastión de Occidente contra "el peligro rojo", colgaron a Mandela la etiqueta de "terrorista". Su nombre permaneció en la lista de terroristas fichados en Estados Unidos hasta 2008.
El CNA es ilegalizado en 1960. En ese año, el duodécimo aniversario del apartheid, preparan el Umkontho we Sizwe, la Lanza de la Nación. Él mismo inventó la expresión que se convirtió en el nombre en clave del brazo armado del CNA, encargado de ejecutar operaciones violentas de la resistencia negra.
En 1964 fue capturado y llevado a la isla-prisión de Robben Island. Durante su largo cautiverio nunca pensó en la venganza. Intentó entender a sus enemigos. Incluso aprendió su lengua, el afrikáans, y apreció a sus poetas. Es liberado en 1990. Con un régimen acabado y agotado empiezan unas difíciles negociaciones para la organización de elecciones universales.
En 1993 recibió, junto con el entonces presidente, Frederik W. de Klerk, el premio Nobel de la Paz. Encabezó la transición pacífica a la democracia. Para ello sacrificó su vida. Madiba, el título honorífico y apelativo cariñoso con el que fue conocido popularmente, fue elegido en 1994 primer presidente negro de Suráfrica tras décadas de lucha contra el sistema segregacionista. En la presidencia hasta 1999, fue capaz de renunciar a la venganza logrando afianzar una improbable paz racial. Un ejemplo en 1995, en el Mundial de Rugby: demostró cómo el deporte unía y cambiaba el rumbo político y social de una nación. Apoyó al equipo, lleno de jugadores de raza blanca, uniendo tras él a la gran mayoría negra.
Por todo ello otro premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, le calificó como "icono mundial de la reconciliación". Su mayor enseñanza fue su visión del mundo y la humanidad: "el perdón libera el alma, hace desaparecer el miedo. Por eso el perdón es un arma tan potente".
Mandela nunca predicó ideas políticas ni religiosas. Encarnó valores universales; un humanismo africano alimentado por la cultura de su pueblo, los xhosas.
Como explicó una vez: "Me consideran un santo y nunca lo fui". Se acabó creando alrededor de él una especie de culto. Algo que no buscó. Tampoco fue un revolucionario. Aficionado al deporte - fue boxeador amateur -, le gustaban los trajes bonitos y tenía fama de seductor. Sobre él escribió su compatriota Nadine Gordimer, Nobel de Literatura, que era total y absolutamente humano, la esencia del ser humano en todo lo que esa palabra puede significar.
Los hijos tenidos con Evelyn (2) y Winnie (4), le dieron 17 nietos y 12 bisnietos. Tras divorciarse de Winnie se casó por tercera vez en 1998, a los 80 años, con su actual mujer Graça Machel.
Creó un consejo de figuras políticas retiradas denominado Los Mayores. Desde aquí se trató entre otros temas de luchar contra la opresión de las mujeres.
En lucha contra los tabúes
Tras retirarse de la actividad pública en 2004, Mandela todavía hizo un inmenso servicio a la sociedad. En 2006 anunció que su hijo Makgatho había muerto de sida. Un paso importante y muy valiente para la eliminación de un tabú que imposibilitó hablar abiertamente del impacto de la enfermedad e impidió su prevención y tratamiento.
En su última aparición pública saludó a la multitud el día de la final del Mundial de Fútbol en 2010, de tan grato recuerdo para España. Un acontecimiento que una Suráfrica libre gracias a Mtabú que imposibilitó hablar abiertamente del impacto de la enfermedad e impide su prevención y tratamiento.
Reacciones en Twitter
Las reacciones no se hicieron esperar, especialmente en las redes sociales. El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, lamentó anoche la muerte del expresidente de Sudáfrica