Fue el hombre que pudo cambiar la Historia de China. En el momento en el que estallan las protestas estudiantiles, era el número dos del régimen chino y secretario general del PCCh, cargo al que accedió después de que su amigo ?y también reformista- Hu Yaobang fuera sacrificado por no haber sabido sofocar contundentemente las manifestaciones estudiantiles de 1986.
Zhao Ziyang se puso de lado de los estudiantes. Discrepó de la línea oficial del partido, fijada en una editorial del 26 de abril en el Diario del Pueblo, que tildó de "contrarrevolucionarios" a los estudiantes. Tampoco se alineó con quienes en la cúpula del poder acusaron a los manifestantes de querer destruir al Partido Comunista. Al contrario, defendió que los estudiantes exigían reformas democráticas pero sin cuestionar la legitimidad del PCCh al frente del poder. Para él no eran una amenaza, sino unos patriotas.
"Me negué a ser el secretario general que había movilizado al Ejército para aplastar a los estudiantes", escribió en sus memorias. Cuando perdió el pulso con Li Peng y demás conservadores, bajó pocas horas después a la plaza de Tiananmen para, entre lágrimas, pedir a los estudiantes que abandonaran la huelga de hambre y las protestas. Sabía que la intervención militar era inminente. "Volved a casa y no sacrifiquéis vuestras jóvenes vidas", les dijo.
Después de la masacre, pagó su osadía con su arresto domiciliario hasta 2005, año de su muerte. Cuando sustituyó a Hu Yaobang al frente de la secretaria general del PCCh, en 1987, Deng Xiapoing lo presentó como un hombre fiel al partido. Menos de dos años fue el sacrificado político de Tiananmen. Si hubiera triunfado en su propósito reformista, muchos analistas creen que China sería hoy un país democrático. Estuvo muy cerca de lograr su objetivo, pero perdió.
