Carta a Kate Moss
Mircoles, 30 Septiembre 2009
Querida Miss Moss,
Eres todo un portento empresarial. Quién iba a pensar que aquella niña de 16 años que aparecía como una india en la portada del nº 22 (julio de 1990) de la extinta revista The Face iba a ser una potentada de la moda hoy. Aquellas fotos de Corinne Day en blanco y negro son hoy de coleccionista, y sin embargo, tras tantas portadas de Vogue y Harper’s Bazaar, sigues siendo la misma, solo que con un poco más de curvas. ¿Recuerdas cuando te acusaban de anoréxica cuando la verdad era que estabas a medio desarrollar? Eso es lo que tiene ser la supermodelo/antimodelo de los 90, que te cayeron todos los halagos… pero también todas las críticas.
Por favor, cásate conmigo, soy capaz de irme a vivir a Londres por ti (y por la posibilidad de un acuerdo de divorcio como el de Guy Ritchie y Madonna, porque Forbes te posiciona en el número 74 de su ranking de celebridades con más pasta, y la segunda modelo más rica por detrás de Giselle). ¿Que por qué quiero casarme contigo y no con Giselle? Pues porque Giselle sólo hace chanclas y tú sin embargo tiene toda una línea de ropa con el gigante británico TopShop. He leído en el Vogue USA que te paseas por el despacho de Philip Green (propietario de la firma) como ‘Periquillo por su casa’ y que te pagan un pastón por ir de vez en cuando al estudio e “inspirar” a las diseñadoras que hacen tu colección. ¡Pero qué arte!, como los diseñadores consagrados de dimensión industrial pero con sólo 34 años. Ya sé que Green negoció directamente contigo tu caché en este proyecto, y que te pagó 4.4 millones de euros, otro motivo de peso para quererme casar contigo.
Pero es que todo lo que te rodea tiene halo de superproducción, como cuando el 30 de abril de 2007 se lanzó tu colección y se previó tener preparados 2000 paraguas para los que se acercaran a la première porque las noticias daban agua para esa noche. Hiciste tu aparición de 10 segundos en el escaparate de la tienda de Oxford Street y acto seguido la gente pudo pasar en pequeños grupos, sin poder permanecer en la tienda más de 20 minutos, pudiéndose probar hasta 8 prendas y comprar sólo 5 como máximo. Todo pensado para que no se produjeran “acaparaciones” y se montara un lucrativo mercado negro en eBay.
Ya sé que no soy Johnny Depp ni Pete Doherty, ni salgo de marcha por la noche para ser inmortalizado por The Sun, pero puedo esperarte en casa y acompañarte a rehab si hiciera falta. Kate, me gustas porque eres un icono y porque has roto las barreras de la hipocresía y mojigatería de la moda. Después de tu escándalo nadie podía suponer que tu carrera cogería más fuerza, y que grandes voces del sector defenderían tu derecho a meterte lo que quisieras por tus orificios nasales en tu tiempo libre (eso de ser modelo debe ser como ser policía: ‘nada de beber de servicio’). Lo más sorprendente es que los muy temidos consumidores no te volvieron la espalda y compraron voraces todo lo que tú anunciabas después de prometer “intentar” ser buena chica. Por favor, Kate, cásate conmigo.
PD. Pero si no puede ser, ¿puedes decirle a tu amiga Claudia que me llame? ¿Sigue teniendo el villorio en Mallorca?