Síntomas de ‘Galacticidio’
Domingo, 14 Septiembre 2014Galacticidio. Es la palabra que está desenterrando el madridismo. Una nueva constelación de estrellas que recuerda prematuramente al descomunal batacazo que se pegó el proyecto más faraónico de Florentino Pérez. Hace apenas un mes que Cardiff albergó a la plantilla más compensada de la historia merengue, con un equipo ‘B’ que habría podido incordiar en la mismísima Champions League, y de repente, dos malas ventas (no por dinero sí por importancia) han desguazado a un Madrid tarugo que ni siquiera usa su mejor coartada del contraataque para solucionar líos. Ancelotti insiste en que el sistema no falla….se podría matizar que no sólo falla eso, también las piernas y las ganas de competir. El periodista José Miguélez dio en la diana con un tuit durante el partido: ‘El Atleti compite mejor de lo que juega y el Madrid juega mejor de lo que compite’. No le sobra ni una palabra. Simeone ha conseguido que cada derbi sea para los blancos una visita molesta a la consulta del dentista; y su colega italiano aún no se ha percatado que al Atleti no se le gana sólo con la pegada de un super pesado. Necesita el mono de faena o, más gráfico, los huevos que siempre aplaude el Bernabéu.
Pero los males del Madrid han recuperado el viejo fantasma de Makelele, porque con él ( y por él) comenzó a agitarse la caja de Pandora. El francés, noble escudero de Zidane, reclamó méritos en la planta noble sin suerte alguna: su tratamiento no era ‘galáctico’, más bien de la llamada ‘clase media’ que sostenía al equipo entre bambalinas. La salida de Makelele provocó una colisión en el vestuario porque no había sustituto que supiese enfangarse con su trabajo sucio. Sin embargo, la directiva ni siquiera meditó reponer su ausencia; al contrario, tardó dos años en suplir a Claude con dos tipos sencillamente genios y figuras: Pablo García y Gravesen. La ‘clase media’ se resquebrajó con Makelele y acabó volatilizada con las salidas de Morientes, Mcmanaman y Fernando Hierro. Por primera vez, la afición sospechó de las decisiones del presidente, que había antepuesto intereses comerciales a deportivas en el Real Madrid multinacional, que no club. El once de platino que dirigió Carlos Queiroz fue oxidándose a medida que lo fue exhibiendo por todos lados, fuese en estadios de Champions o campos de Segunda B en las primeras rondas coperas. Era la alineación galáctica más Solari, el banquillero de lujo, y a veces Guti. Normal que Zidane confesara a su compatriota Ludovic Giuly que estaban “agotados” durante el descanso que dio paso al descalabro merengue en los cuartos de final de Mónaco en 2004.
Nadie dudaba que James Rodríguez pertenecía a la jet set del fútbol hasta que se marchó Di María. Al menos, sus credenciales en el Mundial con golazo incluido a Uruguay ilusionaron a la poblada grada que le recibió la tarde de su presentación. Pero un puñado de partidos ha bastado para confirmar que James no es Di María ni se le asoma. James se parece más al jugador que jugó sin pena ni gloria en el Mónaco de la temporada pasada. La gente busca en el colombiano de moda una sombra del ‘Fideo’: un quiebro eléctrico, un amago irreverente o un zurdazo endiablado. Quizás sea cuestión de adaptación y acabe callando bocas, pero su exagerado P.V.P de 80 millones le va a pesar demasiado. Y no es el único que se mueve por el césped con grilletes.
Toni Kroos, por hablar de los nuevos, todavía está buscando el sitio que sí encontró en la Supercopa de Europa y Cristiano siente que por enésima vez él debe sujetar al Madrid como Superman aguanta sobre su espalda un meteorito gigante. Sí, los titulares impresionarán cuando se enchufen a cien mil voltios, pero una mirada de soslayo al banquillo pinta un panorama poco halagüeño. El cambio desesperado de Arbeloa por Varane delató que Ancelotti no tiene más herramientas. Y debería cuidar la de Isco, no vaya a ser que caiga en el limbo con tanto tiempo en el banquillo. Los síntomas del galacticidio vuelven al Bernabéu, aunque esta vez el presidente está a tiempo de cambiarlo. Queda el mercado de invierno…y una mejor preparación física y táctica de arriba abajo.