El COI y la Infanta Elena
Pablo Porta, el “Pablo, Pablete” de José María García, fue uno de los mejores presidentes que ha tenido la Federación Española de Fútbol. Abogado, conversador culto e ingenioso, amigo de sus amigos, catalán españolista hasta las cachas:
-Amo a Cataluña -dijo una vez- como Bernabéu al Real Madrid de España.
Lo de España, latiguillo suyo, tenía su raíz.
-Lo de España es porque en el extranjero cuando dices Real Madrid, te exclaman: ¡Ah, sí, España!
Pablo y Juan Antonio Samaranch eran amigos íntimos.
-Nos cuquicheamos las cosas casi todos los días.
Samaranch es uno de los catalanes más insignes y universales que ha dado España. Cuando ganó la presidencia del Comité Olímpico Internacional, dijo, nos dijo:
-Me siento un Alba. Esto sí que es poner una pica en Flandes.
El COI es un “coto” aristocrático, elitista, de gente preclara, encopetada y muy especial.
-Aquí en el COI, de verdad, mandamos 25 o 30 y la convivencia es muy política. El COI es un peligroso horno de celos, de poder, de influencia, de alcurnias (en plural).
Samaranch, en ese horno, se movía sin quemarse y generaba respeto y amistades.
-Tiene el sensible y diplomático gen -ponderaba Porta- de no hacerse el importante siendo lo importante que es.
El COI, en fin, es un ”colectivo” complejo.
Alberto Ruiz Gallardón es el Florentino Pérez del Ayuntamiento. Me explico: se parecen en que FP no gana una Liga y Gallardon no logra unos Juegos Olímpicos para Madrid. Esta vez, sin embargo, Gallardon, si hace las cosas políticamente bien, puede conseguir - ¡por fin- que Madrid sea sede de los Juegos de 2020.
-¿Qué ha de hacer para eso?
-Entre otras cosas, pues son muchas, poner en la presidencia de la candidatura a alguien con imagen, glamour o charm, que dicen los americanos, o sea encanto. Gallardón es político, luego no sirve (a los políticos-políticos en el COI no los tragan). Ni Marisol Casado ni el hijo de Samaranch (no fascinan). Siento ser así de crudo. El COI es “muy impresionable”: la “sangre azul” de la nobleza o del exito empresarial le hace muchísimo tilín. Un empresario de tronío como Amancio Ortega, o un banquero como Botín, o un un deportista como Nadal (¿lo hay?) o, se me ocurre, la Infanta Elena, la Borbón más Borbón del Borbón del Juan Carlos en cuanto a simpatía, donaire y capacidad social de seducción.
No se olvide esta regla de oro: donde deciden los votos, el encanto pesa y… decide.
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