Ilusión
La vida es sueño e ilusión. O ilusión y sueño. O ambas cosas. Siendo él muy viejo, me refiero a Azorín, y siendo yo muy joven, conocí al gran escritor Azorín.
-Qué ilusión, maestro, conocerle –le dije.
Me miró –tenía más de ochenta años- con mirada gastada y acuosa:
-Palabra mágica –me contestó-. Yo ya no tengo ilusión de nada. Ser viejo es no tener ilusiones; ser joven es vivir de ilusiones, es tener ilusión de vivir.
Llegué a casa y apunté la frase. Me dije:
- No quiero que se me olvide.
Y desde entonces, casé a la palabra ilusión con la palabra voluntad.
-Soy una voluntad de hierro – declaró, hace algún tiempo, Rafa Nadal.
¿Lo ven? Voluntad e ilusión, dado que Nadal es también ilusión férrea. Nadal ha empezado 2017 con éxitos de plata: finalista en Melbourne, Acapulco y Miami.
-He rozado el oro. Estoy contento, muy ilusionado.
Ilusión. Qué formidable es vivir con la fe de la ilusión.
-Ahora -confiesa ilusionado- llega la temporada de la tierra.
Su “pista” favorita: Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros.
-Sólo -recuerda- he perdido cinco partidos en 2017. Y -repite- he rozado el oro.
Nadal razona su ilusión, amén de sentirla. Zidane, creo, siente también la fe de la ilusión. Hay que interpretar cómo dice lo que dice:
-Yo creo en este Real Madrid, si bien la Liga, como el ciclismo, hasta el final, va a ser ya un “recorrido” de rampas pinas.
Alcácer, al fin, en Granada, y jugando de extremo, ha hecho un gol y ha dado otro. Su media, en la Liga, es floja sin embargo: un tantito cada 205 minutos. “Hay que volver a creer en él”, escriben algunos críticos. Dice él:
-He recuperado la ilusión.
Rajoy, en el césped de la política, exhala también ilusión:
-Trabajamos con ilusión por España, España mejora cada día un poco más.
Creo en los políticos que dicen España, no en los que dicen “este país”. Y creo en el ser humano con ilusiones.