Romain Jourmandy, el joven del arpa.
Sábado, 17 Octubre 2009Se hallaba tocando su enorme arpa en la rue Birague, a la entrada de la Plaza des Vosges, como cada fin se semana. Estuve un rato escuchándolo, era un concierto de primera. Notable era también era el rostro del joven, ensimismado en su música, en el delirio de la interpretación. Al finalizar una pieza le pedà un teléfono para invitarlo a tocar en la galerÃa Ars Atelier, espacio que acabamos de abrir Ricardo Vega y yo en el 84 de la rue Quincampoix, pero el joven apenas reparaba en mÃ; todavÃa imbuÃdo por los ecos del arpa.
Finalmente me atendió, aceptó mi invitación y me dio su número de móvil. Romain Jourmandy estudia música, asiste a concursos para conciertos, es uno de los tantos músicos callejeros parisinos con una sólida historia musical detrás, y con estudios, y con un talento de tres pares. Sin embargo, no parece un joven desesperado. Asume que debe tocar en la calle para redondear sus ganancias.
Con una actitud de caballero antiguo, incluÃda la galanterÃa, retoma su arpa, la acaricia, pareciera que suavisa sus tensas cuerdas con la yema de los dedos como besos. Sus ojos rasgados sonrÃen imperceptiblemente. Y vuelven a sonar los acordes del arpa, y tiembla la plaza, temblamos todos, sostenidos en un hilo por esa melodÃa que se nos introduce en las venas y anida en el corazón.
Ayer hablé con Romain Jourmandy, no podÃa venir a la galerÃa porque debÃa pasar un concurso para ver si era aceptado en un concierto. Ojalá lo haya conseguido, porque me encantarÃa poder comprar una entrada en un teatro, y asistir a uno de sus conciertos, en el lugar que él se lo merece. Y que su magia, su genio, sea apreciado por cientos de personas.
Pero, de cualquier manera, no dejen de pasar por la Place de Vosges, y de detenerse frente al arpista, y contribuyan con una moneda, o con lo que puedan. Merece mucho más, ya lo sé, pero no dejen de apoyarlo.