
La propaganda de EEUU durante la Guerra Fría alcanzaba todos los ámbitos sociales y culturales. Aunque sólo era una sospecha, ahora se ha confirmado que la CIA utilizaba las obras de Pollock, Motherwell o Kooning para promocionar el arte americano por encima del soviético.
Durante décadas, en los círculos artísticos mundiales, se ha especulado sobre la influencia de ciertos organismos gubernamentales en la expansión de ciertas corrientes artísticas, entre ellas el expresionismo abstracto.
Otros pensaban que aquello era imposible, debido a que la mayoría de la población americana de los años 50 y 60 rechazaba el arte moderno, incluido el presidente Truman, quien dudaba de la calidad artística de este tipo de obras, ya que quizás pudieran relacionarlo con el comunismo, pero había un organismo que, contra todo pronóstico, apoyaba estas corrientes, éste era la CIA.
Según recoge un articulo de The Independent el porqué de este uso está claro, este nuevo movimiento artístico podría jugar un papel muy importante en la guerra de propaganda con la URSS, ya que se convertiría pronto en una prueba de la creatividad, la libertad intelectual y el poder cultural de EE UU contra el que, el arte ruso, no podría competir.
Política de la "correa larga"
Según ha confirmado un ex agente de la CIA, a esta operación "artística" se la conocía como la "correa larga", basada en la decisión de incluir la cultura y el arte al arsenal de EE UU de la Guerra Fría.
La CIA, fundada en 1947, creó desde sus inicios un departamento de propaganda que llegaba a influir en más de 800 periódicos, revistas y organizaciones de información pública. En 1950, la División de Organizaciones Internacionales (IOD) asumió esta tarea y empezó a patrocinar giras internacionales de artistas americanos de jazz y de la orquesta sinfónica, además de otro tipo de recitales. Sus agentes se colocaron en la industria del cine y las editoriales, y comenzaron a promocionar obras del expresionismo abstracto.
(Imagenes de los artistas expresionistas americanos: Pollock, Motherwell y Kooning)
Enfrentamiento arte moderno y conservadurismo americano
Las medidas propagandísticas encubiertas de la CIA eran aplaudidas por una buena parte de la población, pero también recibía fuertes críticas de las corrientes más conservadoras apoyadas por McCarthy.
Estos enfrentamientos con el liberalismo o modernismo cultural de los conservadores desacreditaban la idea de que EE UU era una democracia sofisticada, con una gran riqueza cultural y una mentalidad abierta, lo que impidió que Nueva York se convirtiera en la nueva capital de la cultura.
Patrocinios encubiertos
Ante esta situación, la CIA debía reaccionar de alguna forma, ya que todos sus esfuerzos para superar culturalmente a la URSS se estaban desaprovechando, pero de la forma más discreta posible, para ello llevó a cabo una serie de medidas.
Según informa el ex agente a The Independent, la pieza central de esta campaña fue el Congreso por la Libertad Cultural, donde intelectuales, escritores, historiadores, poetas y artistas promocionaban la cultura americana en una juerga continua. En su época de mayor apogeo logró tener oficinas en más de 35 países, publicando más de una veintena de publicaciones, incluyendo la revista Encounter, editada por Stephen Spender.
Apoyo de personajes relevantes
Llevar a cabo todas estas giras, exposiciones y presentaciones conllevaba una fuerte financiación, de ahí que muchos millonarios y museos fueran llamados a colaborar. Quizás el más involucrado por entonces fuera Nelson Rockefeller, cuya madre fue la cofundadora del MOMA.
Pronto Rockefeller se convirtió en uno de los más fuertes partidarios de este arte americano y destinó su museo a la exposición de varias colecciones de pintura, incluso fue contratado para el Congreso por la Libertad de la Cultura para albergar y proteger las exposiciones más importantes.
Otras figuras importantes que participaron en el proyecto de Rockefeller fueron William Paley, presidente de la CBS, quien se sentó al mando del Programa Internacional del museo; John Hay Whitney, miembro de la OSS durante la guerra, se convirtió en presidente del museo; y, Tom Braden, primer jefe internacional de la CIA, que desempeñó el papel de secretario ejecutivo de la sala de exposiciones en 1949.
Una operación encubierta
Muchas fueron las operaciones encubiertas que llevó a cabo la CIA para cumplir sus planes propagandísticos, quizá una de las más curiosas fuera la que recoge The Independent como ejemplo.
En 1958, la exposición itinerante "The New American Painting", con obras de Pollock, De Kooning, Motherwell y otros, se debía exponer en París. La Tate Gallery quiso recuperarla de nuevo pero no había fondos. Al final del día, un millonario americano y amante del arte, Julio Fleischmann, intervino con el dinero y el espectáculo fue llevado a Londres.
El dinero que Fleischmann , sin embargo, no era suyo, sino de la CIA, el cuál le llegó a través de la Fundación Farfield, donde Fleischmann era presidente. La fundación fue un conducto secreto de los fondos de la CIA.