Cultura

"Götterdämmerung" de Wagner llega al Liceu con una estética que remite a lo nazi

Barcelona, 17 feb (EFE).- La ópera de Richard Wagner "Götterdämmerung" (El ocaso de los dioses) cierra a partir del día 28 en el Liceu la tetralogía "El anillo del Nibelungo", que el teatro barcelonés inició en la temporada 2012-2013, en un montaje de Robert Carsen, con una puesta en escena que remite a lo nazi.

Uno de los colaboradores de Carsen, Oliver Klöter, junto al director musical de la obra, Josep Pons, y la soprano Iréne Theorin, que representará el papel de Brünnhilde, han explicado hoy en rueda de prensa algunas de las características de este montaje operístico, de más de cinco horas de duración, del que se ofrecerán seis funciones hasta el día 19 de marzo.

En esta última parte de la tetralogía, que contará con destacadas voces wagnerianas de Bayreuth como la misma Theorin o Lance Ryan (Siegried) y Hans-Peter König (Hagen), el público seguirá una historia de autodestrucción, la lucha entre dioses, héroes y criaturas mitológicas sobre el mágico anillo que otorga la dominación del mundo.

Klöter ha comentado que Wagner creó esta ópera en un entorno de industrialización, de camino hacia el nuevo siglo XX, ha considerado que hoy muchos de los elementos de aquel momento están muy presentes y ha agregado que, por ello, la propuesta de Carsen y Patrick Kinmonth "es cada vez más actual".

Con los humanos tomando, al final, el relevo a los dioses, aunque en un mundo en el que siguen imperando el egoísmo y las envidias, la obra "muestra lo mal que se utiliza el poder y las consecuencias negativas y desastrosas que este hecho comporta".

Es por ello, ha proseguido Klöter, por lo que la escenografía "es como si la hubiera realizado Albert Speer", el arquitecto jefe de Adolf Hitler, con lo que se enfatizan los efectos "del poder, la dominación".

A la vez, ha subrayado que la música provoca en el espectador "una amplitud de sensaciones y sentimientos inmensa" y ha agregado que se trata de "una obra maestra, en la que después de estar trabajando trece años siempre se descubren cosas nuevas, cada vez es más actual".

Hans-Peter König cree que otro hecho que resaltar de esta producción es que "no se subraya la parte más dura de la obra, le damos un toque poético, cierta ligereza, que es lo que hace bonito este montaje".

Por su parte, el maestro Josep Pons no ha escondido que al frente de la dirección musical ha emprendido "un largo y apasionante viaje" porque se trata de una ópera "que es una experiencia estética que va más allá de la música".

A su juicio, a pesar de las más de cinco horas de duración, Wagner "tiene un grado de concreción enorme, se lo ve como exuberante, pero es muy concreto y sintético" y, además, "en el Liceu seremos unos afortunados porque escucharemos a los mejores cantantes del momento".

Tampoco ha obviado que cuando se enroló en el proyecto "sabía de los peligros que había, porque Wagner es peligroso, te coge y te anula la voluntad, tiene un poder muy especial, transformó el curso de la historia de la música". "Supone -ha indicado- un enriquecimiento muy grande, trata al hombre a fondo".

Josep Pons ha mantenido que el músico alemán sabe poner música "a las pasiones más bajas" y ha recordado que con el director Daniel Barenboim han hablado muchas veces sobre ello porque Wagner es "como droga en vena".

La soprano Iréne Theorin se siente afortunada de poder ser Brünnhilde, de aprender a diario con los personajes de la ópera, "muy humana y muy actual, que invita a la reflexión".

La artista sueca ha coincidido con Pons en que Wagner es un autor adictivo y aunque cuando pisa el escenario por primera vez es "terrorífico, porque tienes mucha gente delante juzgando lo que alguien ha dicho que hagas, lo das todo, intentando también protegerte de lo que representas".

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