Hubo un señor, cuando aquello (franquismo), que se llamaba Pablo Hernández Coronado. Socarrón, cartesiano, cachondo (a Cela le encantaba este adjetivo).
-¿Por qué, don Camilo, en cuanto tiene ocasión, coloca en su prosa el vocablo cachondo
-El español -me contestó-, genéticamente, es cachondo.
-¿Es bueno eso?
-Ya lo creo. Ser cachondo es ser muchas cosas: es ser jocundo, fan de los placeres, guasón. La vida es muy corta. Hay que disfrutarla. Yo, naturalmente, la disfruto.
Pablo Hernández Coronado leía a Cela y era del Real Madrid, en el que trabajó no sé de qué, si de consejero de don Santiago Bernabéu o de técnico/ojeador. Un día le hicieron seleccionador nacional.
-Otra experiencia, la vida no es una cosa de costumbres, sino de experiencias.
Como seleccionador cosechó más capones (críticos) que felicidades. Cuando perdió con Portugal, en vez de poner cara de tanatorio, me dijo sonriendo:
-Ya estoy en la historia. Pasaré a ella como el primer seleccionador nacional español que ha perdido con Portugal.
Convertía los reveses en humor en lugar de malhumor.
-El malhumor produce cáncer –decía.
Otro día, a raíz de un penalti pitado a favor del Real Madrid, argumentó:
-Ganar de penalti es siempre un gozo. A mí me gustaría ganar un día un día de penalti injusto en el último minuto.
Penalti. Eso que hace que unos repiquen castañuelas y otros la tomen contra los muertos del árbitro.
Yo –sostenía también don Pablo- jamás sería árbitros. Lo único que me encoleriza es que falten el respeto a mis mayores.
Cela tenía razón: hay que ser jocundos, que la vida, en efecto, es corta.
Griezmann, a su aire galo, es también jocoso. Celebra los goles bailando. Los penaltis se le dan bien. El Atlético, últimamente, o gana por la mínima o gana de penalti.
-El caso es que gana.
Cierto. De todos modos, desde que Griezmann se ha quedado viudo de Diego Costa, el Atlético es más feble. Si bien, a Dios gracias, lo entrena Simeone, cuyo carácter es igualmente vivaz y jaranero.
