La estrategia adoptada por Rajoy para sortear el 'caso Gürtel' es bien evidente: los traficantes de influencias, dirigidos por Francisco Correa, apenas corrompieron a algunos políticos madrileños a título individual, pero no contribuyeron a la financiación de la organización.
Es más: a la llegada de Rajoy, la sospechosa actitud de aquel grupo de facinerosos hizo que sus empresas fueran apartadas de las oficinas centrales de la calle Génova. La posición de Camps es excéntrica a este planteamiento, pero parece que Rajoy está dispuesto a seguir considerándolo víctima del caso y no actor del mismo.
Pero hay en el PP quienes creen que lo peor del 'caso Gürtel' no ha llegado aún. Aunque Rajoy no pierde el optimismo, gentes de su equipo temen que ahora, en estas dos semanas que median hasta las elecciones europeas, las baterías judiciales y mediáticas vuelvan a disparar sobre Luis Bárcenas, el todopoderoso tesorero.
Bárcenas, ¿presa de los medios de comunicación?
En amplios sectores populares se tiene la seguridad moral de que este personaje que devuelve créditos millonarios en metálico y mantiene un tren de vida difícilmente compatible con un salario normal podría ser presa fácil de quienes se tomaran la molestia de investigar su patrimonio y sus fuentes de ingresos.
Lógicamente, la caída de Bárcenas sí comprometería al Partido Popular, cuya financiación ha pasado durante años por manos de este personaje. Bárcenas es, además, quien más y mejor conocer los secretos del PP, por lo que su despecho, si llegara el caso, podría provocar una verdadera hecatombe.