Firmas

Pobre Soria

  • "Y todo por echarle una mano a un amigo que le pedía un exilio dorado"
El exministro de Industria José Manuel Soria. Imagen: Reuters

La situación era insostenible. El incendio llevaba camino de devorar la poca credibilidad que le quedaba al presidente en funciones tras ser tumbado en una investidura en la que todos los grupos rivales coincidieron en negar la fiabilidad del candidato. Nadie en su partido se explicaba, ni siquiera los "soldados" del partido que salieron disciplinadamente a dar la cara para justificar lo injustificable, cómo alguien de la experiencia política de Mariano Rajoy podía someter a su formación a semejante cataclismo por defender los intereses de un amigo.

El martes por la tarde, cuatro días después de que anunciaran públicamente el marrón, José Manuel Soria enviaba una carta a secretario de Estado de Economía en la que presentaba su renuncia al puesto de director ejecutivo del Banco Mundial alegando la "desproporcionada" utilización política que, según él, se ha hecho de su designación. En la nota publicada se añadía que la renuncia se había producido a instancias del Gobierno. Durante esos cuatro días, que para la dirección del PP se hicieron interminables, el asunto Soria les había crecido de forma exponencial sin presentar síntomas de aflojar.

Es hoy y nadie entiende aún qué pudo pasar por la cabeza de Rajoy para que se sacara un monstruo así de la chistera en el momento político más inoportuno que imaginarse pueda. Los de mayor fervor marianista, aquellos que peor han llevado el trance ante la debilidad exhibida por su líder, lo defendían invocando una suerte de canto a la amistad que supuestamente honraba a Rajoy por su lealtad al camarada caído. Jose Manuel Soria no estaba acusado de corrupción, enfatizaban, y eso era bien cierto, solo que se había liado un poco con eso de los 'papeles de Panamá', que en realidad eran los de Jersey, y olvidó que había sido secretario de una empresa radicada en aquel paraíso fiscal. Puede que si hubiera dicho la verdad desde el principio le hubieran dado también lo suyo porque, aunque sea legal, tener el dinero por ahí fuera del alcance del fisco está muy mal visto en los tiempos que corren, pero no le habría costado la carrera política como aconteció.

Soria tuvo que irse del Gobierno por no decir la verdad, y porque su delirante explicación fue interpretada como mendaz, de ahí que su nombramiento para el Banco Mundial fuera imposible de sujetar. A pesar de ello, lo intentaron y lo hicieron tan torpemente que fue peor el remedio que la enfermedad. El presidente en funciones y su ministro de Economía se empeñaron en tratar de convencer a todo un país que el de Soria había sido un nombramiento estrictamente técnico en el que no habían intervenido para nada los designios políticos. Las evidencias de lo contrario eran tan rotundas que los distintos líderes escapaban como podían cuando les preguntaban por el asunto para no participar del insulto a la inteligencia colectiva.

La renuncia de Soria apaga las llamas pero deja al desnudo los efectos devastadores causados. Por vez primera, a un partido tan hermético como el PP le han aparecido fisuras sobre el proceder de su presidente. Aún están por evaluar los daños que ocasionará al partido en los inminentes procesos electorales de Galicia y el País Vasco, mientras lo que es obvio es el enflaquecimiento del liderazgo del propio Rajoy justo cuando necesitaba mayor fortaleza.

El que hicieran saltar el nombramiento del ex ministro al acabar la sesión de investidura en el Congreso, además de eclipsar la presión sobre Pedro Sánchez por su bloqueo, ha dado alas al candidato socialista para abordar su ronda de contactos presentando a Rajoy como un "imposible" y hasta intentar, aunque sea tácticamente, la jugada de un gobierno por él presidido con el apoyo de Podemos y Ciudadanos. No parece que la iniciativa tenga posibilidades reales de prosperar, por las incompatibilidades recíprocas de Podemos y Ciudadanos, pero le permite a Sánchez mantener un relato durante el trance electoral de Galicia y País Vasco y ganar un tiempo precioso para él. Después y, dependiendo de los resultados en esos comicios, el Comité Federal del PSOE podía plantearse el proponer su abstención a cambio de la hoy devaluada cabeza de Rajoy. Es difícil que se la entreguen pero, de ir a terceras elecciones, sus rivales podrían presentarle como el principal escollo de un acuerdo que las hubiera evitado.

Además de facilitar estas estrategias a sus rivales, el asunto Soria ha evidenciado ante los suyos el abotargamiento de la sensibilidad política de Mariano Rajoy, incapaz de prever un desastre tan evidente, y lo mal aconsejado que está o lo poco que se deja aconsejar. La imagen que proyecta es la de un líder desafinado y tosco, cuya conveniencia en esta coyuntura podría ser discutible internamente, lo que ya constituiría toda una novedad.

Y todo por echarle una mano a un amigo que le pedía ese exilio dorado en Washington con 250.000 dólares al año libres de impuestos. Todo por ayudar al "pobre Soria".

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Comentarios 1

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alfill
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efectos devastadores causados, jeje hasta los mas listos del PSOE no se percatan por donde van los tiros. A mi también me gusta el arte y hemos coincidido en alguna exposición pero la cultura científica es muy necesaria para entender de qué va esto.

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