Para empezar, artillería pesada. 'The New York Times', uno de los pesos grandes del periodismo mundial (quizá el grande del periodismo Mundial) cargó contra el Real Madrid y Mourinho. Seamos sinceros. La culpa de que Mourinho metiera el dedo en el ojo de 'Pito' Vilanova, de que hiciera el gesto del mal olor ante Alves o de que estuviera a punto de pisar la cabeza de Cesc no la tiene el propio Mourinho. La tiene Florentino Pérez. Suya es la responsabilidad de inhibirse, no dar un paso al frente y mantener plenos poderes de manager todopoderoso a un maleducado como el luso hasta cederle el bastón de mando total del Real Madrid. Florentino, ¿por qué no destituyes a Mourinho?
Ya, ya lo sé. Te parecerá que el impacto sobre el presente deportivo del club puede ser gigantesco y catastrófico. Pues mira, permíteme rebatir tu teoría con ejemplos muy prácticos. El primero lo protagonizaste tú mismo. En 2006 te marchaste a mitad de temporada por los problemas que te habían generado los galácticos y el Bernabéu no se hundió. Es más, se ganaron las dos siguientes ligas. Tras la tormenta siempre llega la calma.
El otro ejemplo lo protagonizó el propio Mourinho. En 2008 le echaron del Chelsea a mitad de campaña y el equipo no sólo no se fue al garete, sino que llegó a la final de la Champions. Sólo los penaltis le impidieron alcanzar la orejuda. No les fue tan mal sin 'The Special One'.
Además, Florentino, has creado tal súper equipo (éste sí que es un verdadero Real Madrid galáctico) que cualquier entrenador de cierto nivel libre en el mercado (Benítez, Míchel, Quique Sánchez Flores, Ancelotti...) podría dirigirlo a la gloria. Buena prueba de ello es la propia Supercopa.
Quizá ese sea el peor pecado del cometido por Mourinho y su legionario Marcelo con aquel último minuto para la vergüenza. Aquello borró 90 minutos de juego sublime que eclipsó al campeonísimo Barça de Pep.
No, los resultados no son excusa para echar a Mou porque, ¿qué ha ganado para querer mantenerle a toda costa? Que yo sepa una Copa del Rey que pudo haber sido culé de no haber mediado los dos paradones de Casillas ante Iniesta y Messi. Vamos, que la decisión firme de mantener al de Setubal no llega amparada por un aluvión de buenos marcadores. Más bien al contrario.
Enmendar el error de diciembre
Este equipo sigue sin ganar títulos importantes y encima pierde prestigio, aficionados e imagen. Esas tres razones fueron las que en diciembre te llevaron a casi destituirlo después de que Mou se cagara (literal) en la institución en los vestuarios tras el famoso show de los 13 errores arbitrales.
Un día después, en la comida de Navidad, dijiste que "a algunos la presión de este club les vuelve locos". Era un mensaje para él, para Mou, pero Mou pasó de ti y el pulso te tembló. Tranquilo. Queda tiempo para enmendar el error y salvar al Real Madrid de una autodestrucción que jamás habría sucedido con tu querido Santiago Bernabéu.
Él, cuentan los veteranos del Real Madrid, se reunía con los futuribles fichajes para ver si eran buenas personas. Si no se pasaba el test, los jugadores se marchaban a su casa aunque fueran megaestrellas.
Así este club se transformó en el mejor club del siglo XX, todo lo contrario de lo que ocurre en el presente milenio. En el Paseo de la Castellana, como en Roma, la mujer del César no sólo debe ser decente, sino parecerlo. Últimamente en el Bernabéu, ni una cosa, ni la otra.
Sin embargo, hay margen de maniobra. Al igual que Bernabéu logró con su dirección firme y decidida hacer del Real Madrid lo que es hoy, Florentino puede con sus actos seguir los pasos de aquel al que admira y lograr que el conjunto merengue vuelva a ser lo que siempre fue. De no tomar el camino correcto, él y sólo él será responsable del hundimiento merengue previa inmolación del prestigio blanco y de una imagen cada vez más perteneciente al pasado que al presente de la institución.