El Barcelona ha golpeado con fuerza en el corazón del madridismo (1-3), abriendo la emoción liguera y dejando claro que su dominio psicológico sobre el Real Madrid empieza a ser aterrador. ¿Mereció ser expulsado Messi? | 'Mou': "Decidió la suerte" | Pep: "Aún son líderes" | Xavi: "Fuimos muy superiores"
A Mourinho le funcionó su salida en tromba, ese tramo de partido en el que no tiene rival hoy en día. La inercia de los últimos partidos se reflejó en un tempranero gol de Benzema que puso en pie al Bernabéu.
Parecía que el ciclo del Barça había llegado a su fin. Un equipo atenazado y con problemas para sacar el balón fue lo que se vio en el primer tramo de encuentro. Ni la pelota era suya, y casi que mejor. En las contras, un fulminante Madrid se plantaba en la portería de Valdés a una velocidad asombrosa. Panorama desolador para el Barça.
Fueron minutos de madridismo en estado puro. Di María, Cristiano y Benzema formaban un trío demoledor, pletóricos a nivel físico. El Barça sufría, reculaba. Es decir, la dinámica de ambos equipos tenía su reflejo en el marcador y, especialmente, en los síntomas en el campo.
Y apareció Messi. Las tácticas y 'planes prefabricados' no van con él. Como falso nueve, encontró un pasillo por el centro increíble. La definición de Alexis fue letal. Y se acabó el Madrid.
El pasado como trauma
La línea entre el equipo explosivo de este año y la inseguridad y fractura en la medular del año anterior se hizo extremadamente fina, de repente. El miedo psicológico de un equipo que recuperó en su mente el complejo de tantos desastres ante el eterno rival. El partido se empezó a tornar bronco, recuperando por momentos las versiones más bochornosas de los últimos duelos entre ambos bandos.
Lo más preocupante fue el silencio del Bernabéu. El partido iba empatado, quedaba todo un mundo y el equipo seguía líder. La reacción del madridismo fue dramática. Físicamente, el equipo no pudo mantener el ritmo demoledor de salida. En la grada, una desilusión difícilmente explicable si no se utiliza el pasado como contexto.
El experimento de Coentrao por banda derecha fue cuestionable. Pagar 30 millones por un jugador que actúa a banda cambiada se antoja temerario. Iniesta no terminó, aun así, de hacerle daño por allí. Otra cosa fue verle por el centro, tras el descanso. Una delicia, imparable como en sus mejores noches. El agujero blanco en zona ancha era desolador.
¿Expulsión de Messi?
El Bernabéu pidió la expulsión de Messi, que trabó a Xabi Alonso cuando tenía amarilla. Recordó al penalti de Valdés a Cristiano en el Camp Nou hace un año. La derrota ya vendría justificada, si se produjese. Villaratos, complots y demás cosas. Es el Real Madrid, por favor.
La segunda parte tenía el guión escrito de antemano. Un Madrid fracturado debería apelar a la épica y sobreesfuerzo físico ante un Barça que tendría que tirar de paciencia, de su fútbol de siempre. El tiempo jugaría en su favor.
Y marcó Xavi. La fortuna fue decisiva, y Marcelo desvió de forma trágica el balón a la red. Un castigo muy duro para el Madrid. En aquellas alturas de encuentro, incluso injusto.
El Bernabéu, definitivamente, quedó helado. Volvieron los peores vicios del equipo. Cristiano Ronaldo se olvidó de esa versión solidaria que tan bien estaba haciendo por su equipo. Su pelea -obsesión- diaria por ser el mejor jugador de la historia volvió a jugar en su contra. La ansiedad le terminó por superar. Sin hablar de Özil. Mejor no hacerlo.
Mourinho se la jugó con Kaká y Khedira. El alemán ha sido el jugador que más y mejor ha presionado al Barça. Hoy fue suplente. Facilitó la respiración de la medular culé. Y eso, desde hace unos años, es mortal.
El Madrid había demostrado hasta hoy que se habían acercado al nivel futbolístico del Barça. El 1-3 culé fue paradójico. Un contragolpe 'made in Mourinho' culminó en un cabezazo de Cesc, tras la mejor incorporación de la noche de Alves por banda.
Cierto es que el Madrid sigue acercándose al Barça. Pero le cuesta mantener ese nivel durante los 90 minutos. La final de Copa ha sido la única excepción. Mientras hay fuelle, hay vida. Después, a cruzar los dedos.
No cabe lugar al engaño. Fue el Barça quien acomplejó al Madrid. Ganar en el Bernabéu es clara señal del poderío del actual Barça. De que su ciclo no ha tocado a su fin.
Sígueme en twitter: @BorjaCuadrado