Carlo Ancelotti no es un hombre al que le gusten las sorpresas. Su historial como entrenador dice que las alineaciones que suele sacar en los partidos importantes no tienen grandes cambios.
Acostumbrado a pequeños matices, lo suyo no son los volantazos en la formación de sus equipos o en los jugadores que los lideran. Sin embargo, el pasado sábado, el míster blanco usó la sorpresa para colocar a Sergio Ramos en el centro del campo. Pocos lo entendieron. Ni jugadores, ni prensa. Tampoco el mayor afectado. Isco se quedó en el banquillo del Camp Nou y no disputó ni un minuto.
La escena era impropia de lo acontecido durante el inicio de curso. El malagueño había sido en los primeros partidos del campeonato la mayor referencia blanca. Su estrella y goleador total. El ídolo de las masas que, sin embargo, acabó relegado a un tercer plano durante el choque más importante del año.
Pronto comenzaron a surgir argumentos sobre los motivos de la decisión. Uno de ellos, el más ácido, cargó directamente contra Ancelotti por su actitud defensiva. Cosas de ser italiano. El 'catenaccio', ya se sabe.
La otra señalaba a posibles dolencias físicas. Isco no está bien y sufre de falta de forma, sí, pero en realidad el de Arroyo de la miel fue defenestrado por un motivo bien diferente. Ancelotti no está contento con su actitud y su cambio de mentalidad después de triunfar en sus primeros partidos de blanco. La desidia, en definitiva, de Isco ha sido su mayor condena.
Isco se ha perdido. Se ha esfumado y no es cuestión de falta de pulmones o de decisiones tácticas. Su problema está en su cabeza. Fuentes cercanas al Real Madrid confirman que el cuerpo técnico no está del todo satisfecho con este rendimiento. Le falta hambre. Se ha acomodado en el puesto. Ya no es el de antes.
Y es que en agosto y septiembre dio talla de jugador grande. Ya no sólo por su capacidad goleadora (hizo cuatro tantos en los cuatro primeros partidos de temporada), sino porque el equipo bailaba a su ritmo. Modric y él mismo imponían un criterio futbolístico que hacía ilusionarse al Real Madrid. Sin embargo, llegó el derbi e Isco desapareció. Tras aquel partido, sus problemas físicos lo apartaron de la Selección Española y el jugador no volvió a ser el del arranque de curso.
Luego llegó la bronca de Ramos en la previa del partido frente al Málaga, cuando el ahora jugador blanco saludó a sus excompañeros saltándose la valla que separa ambos lados del túnel del Bernabéu.
Aunque el capitán del Real Madrid negó tensiones, lo cierto es que desde el club se apunta a que ese tipo de gestos son los que no gustan en la caseta blanca.
Ése fue, quizá, uno de los signos más evidentes de su relajación. Eso y su bajo rendimiento. Ni en aquel partido, ni ante la Juventus Isco dio la talla. Por eso Ancelotti decidió sentarlo. El declive se culminó en el Camp Nou.
Aunque Ancelotti confirmó anoche que jugará contra el Sevilla de titular, también dejó entrever este halo de hombre defraudado con su futbolista. "Isco no está. Empezó muy bien, pero apenas ha tenido vacaciones y esto lo nota", comentó.
Que vuelva a tener el rol de otros partidos dependerá en parte, de su propia forma de afrontar lo que queda de temporada. Será el propio Isco el encargado de ganarse el puesto o de seguir relegado a un papel que no le gusta y que deja con sabor a decepción a buena parte de la afición blanca.