Ha vuelto a suceder. Gareth Bale volvió a repetir un gesto individualista en el duelo que ayer enfrentó al Real Madrid y al Sevilla. Los pitos en su contra volvieron a escucharse en el Bernabéu. En el minuto 46 de partido, esto es, apenas comenzada la segunda mitad, el galés se la jugó en solitario tras una buena acción individual. Cuando tenía desmarcados a dos compañeros, Benzema y Jesé, el extremo decidió tirar a puerta. La bola salió fuera. Ambos futbolistas y el público merengue no se podían creer lo que habían visto. Era la repetición de las últimas jugadas que le han valido el enfado de buena parte del respetable, aunque no tanto de los directivos blancos.
Así fue la acción
Bale arrancó por la banda derecha. Tirado en ese costado, se marchó por fuerza de su marcador. La zancada que imprimió al movimiento le permitió acelerar para dejar atrás al futbolista del Sevilla. Bale se internó en el área con un claro panorama a favor del gol merengue.
Sin presión alguna, tenía por delante a dos compañeros. Uno, Benzema, se internaba en el área seguido de dos contrarios. Otro, Jesé, empezaba a hacer acto de presencia en la misma zona. Bale aguantó un poco más antes de soltar el esférico para, supuestamente, favorecer el desmarque del 9 y el 20 merengue. Y así sucedió.
Benzema se frenó y quedó sólo en el punto de penalti. Jesé siguió adelante y apareció aislado un par de metros por detrás del francés. Era el momento ideal para soltar el balón. Pero Bale no lo hizo. Decidió tirar a portería justo cuando dos zagueros del Sevilla le habían empezado a presionar. El remate, muy forzado, se marchó fuera.
La reacción del público y los afectados no se hizo esperar. Benzema puso sus manos sobre sus rodillas y se inclinó con aire desesperado. Jesé, por su parte, alzaba los brazos lamentándose de que tampoco le hubiera dado la pelota.
Mientras, Bale regresó a su posición inicial sin apenas cruzar mirada con ambos futbolistas , tal y como había sucedido ante el Valencia, Espanyol o Real Sociedad, los tres últimos encuentros en los que el exceso de individualismo del de Cárdiff provocó el enfado de sus compañeros y los pitos del respetable blanco.