El caso Sergio Ramos, su renovación o marcha del Real Madrid, sigue en suspenso. Con el jugador de vacaciones en Los Ángeles, ambas partes, club y futbolista, se dan un respiro. Un respiro breve. La semana que viene los blancos comenzarán la pretemporada y con él se retomará un proceso que, salvo sorpresa, debería dar con el defensa fuera del Bernabéu. A día de hoy, es su único deseo, su única ambición. Ramos lo tiene claro. No aceptará ninguna de las ofertas de renovación que le presente la entidad blanca. Aunque le den lo que había pedido. Aunque superen esa cifra. No. Ya no es cuestión de dinero. Ramos se siente humillado y es por eso que ha tomado una decisión. Sólo quiere irse sí o sí del que ha sido su equipo durante la última década.
Lo revela el diario Marca. La postura del central es más que firme. Sí, es cierto que desde el club no lo ven tan oscuro. Sí, es verdad que algunos sectores de la entidad filtran desde el Paseo de la Castellana que el jugador se atendrá a razones, se sentará en la mesa de negociación y se llegará a un acuerdo. Pero Ramos y los suyos no lo ven así.
Van a forzar la máquina al máximo para dejar la capital. Es una cuestión de orgullo. Creen que se han cruzado todas las líneas rojas y por eso no hay marcha atrás. ¿A qué se refieren? A las informaciones que desde el palco se han vendido apuntando a que es un jugador egoísta y pesetero, un hombre solo interesado por el 'vil metal' y aconsejado por un hermano que enreda más de la cuenta. Eso filtran desde el Real Madrid. Y por ahí Ramos sí que no pasa, entre otras cuestiones, porque sabe que la semilla de la ira contra su persona ya se ha sembrado.
Como ocurrió con el caso Casillas, una vez su figura ha sido deslegitimada y humillada en medios de comunicación, sabe que será complicado recuperar el respeto de esa parte del público blanco que hace, dice y piensa tal cual hace, dice y piensa su club. Un público que seguro que le odiará a perpetuidad, como odia ya a un Iker al que no le perdonan ni una. Y Ramos no quiere verse en ese trago amargo ni por todo el oro del mundo.
Es por ello que no va a cejar en su empeño hasta irse. Florentino Pérez sabe de la tozudez de su jugador y ya ha filtrado que se marchará, aunque el presidente también confía en poder imponer en cierta medida su ley por dos caminos distintos: uno, imponer su continuidad aunque no renueve, aunque tenga que irse cuando quede libre, allá por 2017. El otro, venderle pero no por un precio 'económico', sino por las cifras que quiere el Real Madrid: 100 millones de euros.
Se trata de un pulso similar al que ya mantuvo recientemente con Özil o Di María. Ambos se fueron del club dejando una notable suma de dinero y sin que el club rebajar ni un céntimo sus exigencias. Fue, creen desde el Bernabéu, una victoria del Real Madrid. Con Ramos sucederá lo mismo aunque se trate de una victoria amarga por tener que dejar atrás a una leyenda del club, a uno de los futbolistas que más se ha identificado y más ha dado por el escudo merengue en los últimos 10 años