Pep Guardiola acarició la tragedia durante los primeros 90 minutos del partido que midió a su Bayern de Múnich con la Juventus de Turín. El 2-2 de Müller en el último suspiro (y previo fallo grave de Pogba) permitió a los germanos jugar la prórroga, donde fueron una apisonadora. El triunfo final por 4-2 da respiro al ex técnico del Barça en su competición maldita desde que llegó al Allianz Arena. La Champions League sigue siendo la gran asignatura pendiente del catalán.
Es ahí, en la Champions, donde sus directivos y aficionados le piden que el equipo demuestre que es uno de los grandes del viejo continente, algo que apenas ha conseguido desde que Guardiola cogió las riendas bávaras.
Así, en su primera temporada, el equipo alcanzó las semifinales pero fue humillado por el Real Madrid (a la postre vencedor) con un global de 5-0 (1-0 en la ida, 0-4 en la vuelta) que dejó muy tocada su figura. Un año después, la temporada pasada, fue el Barça el que trituró al primer arquitecto de su excelencia reciente y lo hizo, además, en la misma ronda, las semis.
Los de Luis Enrique vencieron 5-3 en el global de la eliminatoria. El 3-0 de la ida sentenció unas semifinales a las que el Bayern llegó de 'milagro'. En cuartos, el Oporto estuvo a un paso de eliminarlos con un 3-1 en el duelo de ida que necesitó de gesta germana en la vuelta (victoria final por 6-1).
Panorama oscuro al que ha estado a punto de incorporarse el duelo que ayer jugaron los vigentes campeones de la Bundesliga frente al subcampeón del torneo. Una Juve que, mermada por las lesiones (no estaban Dybala, Marchisio o Chiellini), se puso 0-2 y pudo, incluso, ampliar la renta al 0-3 o 0-4.
El árbitro anuló un gol legal de Morata, delantero que revolucionó el partido y que gozó de más ocasiones para ampliar la diferencia.
Pero el gol de Müller lo cambió todo. Hoy en Múnich sólo se habla de un triunfo heroico que, pese a todo, sigue sembrando dudas sobre el que debería ser uno de los 'cocos' de Europa en uno de los años más complejos para su entrenador, cuestionado por sus propios aficionados tras anunciar su marcha al City y en la cuerda floja por las dudas que ha exhibido en la Bundesliga.
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Milagro en Baviera
