Saúl Ñíguez podría convertirse esta tarde en el mejor jugador de la Eurocopa sub-21. A poco que su actuación ante Alemania en la final se parezca a las que ha llevado a cabo en todo el campeonato, el galardón (al igual que el título para la 'Rojita') será suyo. Porque en Polonia, Saúl se ha salido. Tanto es así, que el Atlético de Madrid ha iniciado conversaciones para aumentarle la cláusula de 80 a 100 millones de euros. En el Metropolitano no quieren sorpresas que se lo arrebaten, aunque hace no tanto tiempo, su futuro parecía que estaría lejos de la capital. Un futuro que, a poco que el FC Barcelona hubiera querido, habría estado teñido de azulgrana.
Pero los culés dijeron que no. Que no lo querían. Que su precio era demasiado caro pese a tener una opción preferencial por su fichaje tras la venta de Villa al Atlético. Un argumento parecido al que usaron con otras perlas del fútbol mundial que ahora despuntan en sus respectivos equipos al tiempo que más de una voz autorizada se tira de los pelos preguntándose por qué no los ficharon.
El elenco es extenso: Saúl, Asensio, Isco, Laporte, Kroos, Özil... Ninguno terminó de barcelonista aunque sus precios eran ridículos [sic] comparando con lo que valen ahora y los que, en general, se manejan en el mercado.
En el caso de Saúl hubo opciones de atarlo hasta el año pasado, aunque las mayores surgieron al poco del traspaso del 'Guaje' al Atlético. Por aquel entonces Saúl despuntaba en el Rayo y atarlo no habría supuesto más de 20 millones de euros, pero nadie vio en él el futbolista que hoy es.
Lo de Asensio fue más sangrante, si cabe. Miguel Ángel Nadal, el tío de Rafa Nadal, ex jugador del Barça y directivo del Mallorca, advirtió a los culés del potencial del muchacho. Su precio, cuando era juvenil, era de 4 millones de euros. El Barça dijo que era demasiado y, media temporada después, el Real Madrid ya lo había fichado. Hoy es la piedra angular del futuro Real Madrid.
Algo parecido a lo que sucedió con Isco. El malagueño pudo ser del Barça en dos etapas distintas. Una, cuando era un crío. Los culés le invitaron a él y a su familia a ir a La Masía, pero acabó rechazando la propuesta porque, decían los que le conocían, no le gustaba la obligación de aprender catalán. Luego, ya de profesional, en el Málaga, también estuvo en el punto de mira barcelonista, pero con Cesc, Iniesta, Xavi o Thiago poblando la medular, en el Camp Nou lo declinaron. Hoy despunta en el Paseo de la Castellana.
Casos similares fueron los de Kroos y Özil. El primero también interesó al Barça, pero el equipo no terminó de pisar el acelerador y cuando quiso hacerlo, el Real Madrid se le había adelantado para atar su fichaje por 24 millones de euros. Con Özil sucedió que fue Guardiola el que, con el preacuerdo atado y el jugador en la ciudad condal, descartó su fichaje porque temía de su vida privada.
Laporte es uno de los últimos casos. Los culés también lo tuvieron a tiro antes de que su cláusula se disparara porque el City también trató de atarlo. Finalmente se quedó en el Athletic.
Un largo etcétera al que ahora se podría sumar el nombre de Dani Ceballos. Aunque el Barça busca un jugador en su posición, parece ser que (de nuevo) el futbolista acabará en el Bernabéu, no en el Camp Nou. Aunque desde la ciudad condal se ha lanzado una ofensiva para atarlo antes que el eterno enemigo, por ahora es el campeón de Europa el que tiene ventaja.