Tras su salida de la prisión de Soto del Real a la espera de juicio, Ángel María Villar, aún presidente de la Real Federación Española de Fútbol, se ha encontrado en soledad, según sus propias palabras.
"Soy un apestado", relata al diario El Mundo, donde explica cómo se sintió traicionado cuando el apoyo de aquellos que se beneficiaron de su práctica clientelar al frente de la federación desapareció tras su paso por la cárcel.
Los presidentes de las federaciones territoriales ni siquiera aceptaron reunirse con él cuando les convocó a modo informal en el mes de julio. Según el presidente de la Federación Española de Fútbol, ha encontrado más consuelo entre sus vecinos.
Villar, recluido ahora en su vivienda en Madrid, pasa los días estudiando el sumario, y convencido de que no ha cometido ninguno de los delitos apuntados por el auto del juez de la 'operación Soule'. Villar ha sido muy crítico con el sistema judicial español, y ha asegurado que, "si jueces y policías quieren meterte en la cárcel, te meten".
Además de él, están especialmente implicados su hijo Gorka y su mano derecha, el vicepresidente suspendido Juan Padrón, quien presuntamente amasó importantes beneficios con la trama de la entidad de representación deportiva.
Precisamente Padrón protagoniza este viernes una información del diario Marca, donde se extraen del sumario de este caso fragmentos de conversaciones tanto del vicepresidente como del presidente de la federación en las que queda en evidencia el 'pucherazo' en las elecciones de este organismo y su cuestionable sistema de funcionamiento. "Si los árbitros no hacen lo que yo les digo, les quito", "Yo pongo a los árbitros y les quito a dedo, así lleva siendo 32 años", son algunas de las declaraciones atribuidas a Padrón.