Gerard Piqué ha puesto a Ernesto Valverde en un brete. De forma directa e indirecta. En la primera, con sus declaraciones post partido en Cornellá, mandando callar a la afición que fue la del técnico azulgrana, la del Espanyol. Un equipo que el entrenador definió "de Barcelona" en un mensaje rotundo que el central no escuchó.
Volvió a hablar y a generar inestabilidad en el entorno de un club en el que él, el 'Txingurri' ha intentado de inyectar (con éxito) toneladas de sentido común y normalidad. Con Piqué aún no ha podido.
Claro que el central también le ha puesto en aprietos de forma indirecta. Con una lesión que, obvió, él no quería sufrir. Pero la sufre. Fue después de que Gerard Moreno le propinase una dura patada poco después de la famosa celebración del dedo en la boca. De aquellos polvos llegaron esos lodos.
El jugador es duda para participar mañana en la vuelta de las semifinales de Copa del Rey frente al Valencia en Mestalla. La renta de la ida es exigua (1-0), casi tanto como la nómina de centrales que tiene a su disposición Valverde.
De hecho, a día de hoy, sólo Umtiti está 100% sano y adaptado. Yerri Mina, el otro que queda en plenas condiciones, apenas tiene rodaje con el Barça. Anda en su pretemporada y no es una alternativa que el técnico quisiera para estrenarlo tan pronto. Llegó forzado por la venta de Mascherano.
A priori no es su opción preferencia jugar en Valencia. La reconversión de Digne o Busquets al puesto de central son las otras opciones que emergen en medio del oscuro panorama que provocaría la baja casi confirmada de Piqué. Un problema de doble filo para Valverde.
