
Mohammed Alí Amar siempre fue un tipo fuera de lo común. También como futbolista. Por calidad destacaba por encima del resto. Solo así Nayim (que así se apodaba, que así se le conoce) logró dar un salto grande. Gigantesco. Dejó en 1986, con 20 añitos, su Ceuta natal para ingresar en las categorías inferiores del Barça. Unos 1.100 kilómetros para demostrar su valía. Casi los mismos que pareció recorrer tal día como hoy, hace 23 años, su zapatazo más famoso. El que regaló al Zaragoza el ya desaparecido título de la Recopa de Europa.
Marcó aquel gol el 10 de mayo de 1995. En El Parque de los Príncipes. Fue el gol soñado por cualquier futbolista. Por estética. Por el momento (minuto 105). Por su signifciado (un título) y por el rival (el Arsenal). Lo tenía todo. Como Nayim.
Quizá por eso, por tenerlo todo, por ser un fino estilista del balón, cuando el esférico llegó botando a la altura de la medular, no se lo pensó y engatilló un obús que salió disparado en parábola para colarse en la meta de un despistado David Seaman, icónico arquero inglés con bigote que un año después arruinó a España en la Eurocopa de Inglaterra en la tanda de penaltis. Pero eso fue otra guerra. Una guerra perdida. La de París fue un triunfo. Por la mínima (2-1), pero con un gusto máximo.
Tal día como hoy pero hace 23 años, Nayim dibujó uno de los momentos más grandes y felices en la historia del Real Zaragoza. El gol que jamás olvidaremos. pic.twitter.com/z2ABv99Pau
Albert Ortega (@AlbertOrtegaES1) 10 de mayo de 2018
Aquel gol fue la máxima expresión de esa excepcionalidad que caracterizaba a Nayim. Pero su carrera fue más. Mucho más. No empezó bien, eso es cierto. En Barcelona, con el inglés Terry Venables al mando, tuvo oportunidades que pronto se truncaron. Apuntaba al primer equipo, pero Cruyff aterrizó en la ciudad condal poco después y no lo quiso. El Flaco pretendió cederlo. Nayim se negó y lo apartaron del equipo.
La solución la encontraría precisamente en un Venables que acababa de marcharse al banquillo del Tottenham. Le ofreció ingresar en las filas de los Spurs y Nayim no se lo pensó.
Su traspaso fue llamativo. Como el propio Nayim, algo fuera de lo común. No eran aquellos tiempos de trasvases españoles allende nuestra competición. También era complicado ver a extranjeros ingresando en Las Islas.
Pero Nayim lo consiguió para convertirse en ídolo de un equipo con el que triunfó. Recordado por sus buenas actuaciones ante el eterno enemigo, el Arsenal al que también ajustició la noche de París, retornó a España para seguir haciendo lo que más le gustaba: triunfar.
Fichó por el Zaragoza y en su primera temporada, ganó la Copa del Rey del 94. Gracias aquel éxito, jugó la Recopa que levantaría impulsado por su cañonazo con un Zaragoza de leyenda: Cedrún, Belsue, Solana, Aguado, Cáceres, Aragón, Higuera, Poyet, Esnaider, Pardeza y él... Nayim. Un interior derecho de calidad con número de central (hasta en eso era inusual, jugaba con el 5) que llevó a la gloria a todo una ciudad y a todo un país tal día como hoy hace 23 años.