Sergey Ignashevich es el tercer futbolista más viejo del Mundial de Rusia con 38 años y tan solo por detrás de Rafa Márquez (39) y Essam El Hadary (45). El defensor es una de las piezas más importantes de Rusia a pesar de retirarse de la selección en 2016 tras la eliminación de su país en la Eurocopa de Francia.
La eliminación de Rusia en la Eurocopa de 2016 supuso un antes y un después para muchos de sus futbolistas. Hombres como Shirokov, los gemelos Berezurtski, Denisov o el propio Ignashevich, que tiene el récord de internacionalidades de su selección (129), decían adiós a la selección ya fuera por voluntad propia o por decisión técnica.
El seleccionador ruso, Stanislav Cherchésov, intentó convencerle durante meses para que regresara al equipo que abandonó el equipo tras el fiasco de la Eurocopa de 2016, en la que fue apeado en la primera fase por la Gales de Bale. Las bajas en defensa de Vasin, Dzhikiya y Kambolov obligaron al seleccionador a llamar a un jugador que cumplirá los 39 un día antes de la final del Mundial.
Ignashevich sólo aceptó semanas antes del partido inaugural cuando la situación en la selección era crítica debido a las lesiones. La mayoría de los expertos se mostraron sorprendidos por la decisión de convocar a un futbolista al borde de la jubilación. Pero la competición les ha quitado la razón, ya que su rendimiento hasta ahora ha sido altísimo.
"No sólo es importante a nivel defensivo para Rusia, sino por su experiencia y el liderazgo que aporta en situaciones difíciles para el equipo. Creo que es uno de los secretos del éxito actual de la selección para pasar a la segunda fase", explicó el exseleccionador ruso Guus Hiddink.
Ante España, Ignashevich fue de los mejores de su selección, por mucho que se marcase en propia el gol de España. En la tanda de penaltis pudo resarcirse y marcó uno de los cuatro goles de Rusia. Este sábado, ante Croacia, volverá a ser el comandante de su selección.
