La Supercopa de España está, obligada por la RFEF, a punto de dar un salto al extranjero. El torneo, si no hay sorpresas de última hora, se jugará a partido único y fuera de las fronteras españolas, en la ciudad marroquí de Tánger, sumándose así a un reducido grupo de federaciones que disputa sus Supercopas fuera de las fronteras nacionales.
Atendiendo a las 15 más importantes según el ranking UEFA, solo tres países se han atrevido a dar el paso de trasladar su Supercopa fuera de su territorio: Italia, Turquía y Francia. El país italiano fue el precursor, le siguieron los turcos y, por último, los franceses, que han perpetuado el modelo.
Un lejano verano de 1993, la Supercopa de Italia desembarcaba en una EEUU a la que le faltaban solo meses para acoger su primer Mundial. El Milan ganaba en Washington al Torino y se convertía en el primer ganador de este torneo en un césped extranjero. Habría bastantes más. Libia (con Muamar el Gadafi de fondo), en 2002, y EEUU, en 2003, serían los siguientes. China acogería tres (2009, 2011 y 2012 y Qatar un dos (en invierno de 2014 y 2016) para un total de nueve. Arabia Saudí, a principios de 2019, será la décima.
A Italia le siguió Turquía. Lo de las supercopas otomanas fue una tentativa de tres años consecutivos, de 2006 a 2008, en territorio alemán. Frankfurt, Duisburgo y Colonia albergaron tres ediciones. Tras ellas, el trofeo regresó a Turquía.
Francia fue la última en hacerlo, pero la que puso más continuidad sobre la mesa. Porque, desde el primer año en que se jugó fuera de sus fronteras, 2009, la Supercopa no ha vuelto a tocar suelo francés. Canadá (2009 y 2015), Túnez (2010), EEUU (2012), Gabón (2013), China (2014), Austria (2016) y Marruecos (2011 y 2017). Los dos próximos años, regresará al país asiático, a Shenzhen, dejando atrás a Tánger, que fue la sede del año pasado. La Supercopa de España cogerá el testigo en la misma ciudad.
