Fútbol

El fútbol clásico de 'Monchu' en los años 50: calentamientos quitando nieve y 200 pesetas por partido

  • Ramón guarda una gran relación con el balón desde que tenía cuatro años
  • Fue la sensación de Reinosa, donde se respiraba un fútbol diferente
  • El cuerpo le obligó a dejar el deporte, pero el recuerdo sigue presente
Foto: Eduardo Cornago.

El reloj marca las nueve de la mañana, pero Ramón Hernández González (Reinosa, 1938) ya lleva despierto dos horas para ver jugar a Roberto, el nieto de su amigo Eduardo. El tiempo pasa muy rápido y su pasión por el fútbol tradicional no hace nada más que aumentar. El Estadio de la Dehesa de Moratalaz es uno de los pocos lugares que aún le recuerda a ese ambiente tan familiar que vivió en la década de los 50, donde los campos estaban encharcados y apenas cobraba 200 pesetas (1'50 euros) por encuentro disputado.

A 'Monchu', como le conocen sus amigos, aún le recuerdan con mucho cariño en Reinosa (Cantabria), donde dejó una huella imborrable hace más de seis décadas. Con solo 16 años, el Club Deportivo Naval –tercer equipo más importante de Cantabria- le fichó directamente del colegio San José. Por aquel entonces, todos los futbolistas que jugaban en Tercera División debían tener 18 años, como mínimo, pero la ilusión que Ramón había despertado en la ciudad de Reinosa hizo posible que le filtrasen en la primera plantilla.

Todos los partidos que el Naval disputaba se jugaban en campos helados, donde eran los propios jugadores los que calentaban quitando la nieve del césped. En el descanso, el presidente les preparaba un café para que no se quedasen fríos y si luego querían ducharse tenían que llamar al conserje para que se subiera al tejado y rompiese los hielos que llevaban acumulados durante más de una semana.

"Cuando debuté como lateral izquierdo tuve mucha suerte porque el extremo rival estaba lesionado y se puso a jugar el portero suplente. Me fue fácil cubrirle y destaqué sin ningún mérito. A partir de ahí, siempre era titular. Ese fútbol no es como el de ahora, yo me sentía querido y no precisamente por ganar dinero", comenta 'Monchu'.

Sin la existencia del televisor, los jugadores del Naval se convirtieron en la gran atracción de una ciudad de 15.000 habitantes (solamente superada en población por Santander y Torrelavega). Lo máximo que llegaron a cobrar fueron 500 pesetas, equivalentes a tres euros, cuando ganaron al Rayo Vallecano en la final de la Copa de Cantabria, pero jamás les hizo falta más. "No nos lo podíamos creer habíamos vencido a un equipo profesional. La verdad es que estábamos muy mimados, cuchicheaban mucho cuando nos veían y gracias a todo esto conquisté a mi mujer Tita. Toda la ciudad se volcó con nosotros", desvela emocionado.

La carrera 'profesional' de Ramón se prolongó desde 1954 hasta 1959, pero estuvo marcada por momentos únicos: fue seleccionado para jugar con la selección de Cantabria ante el Racing de Santander en El Sardinero y estuvo un mes entrenado con el Atlético de Madrid en el viejo Metropolitano mientras hacía la mili en Madrid.

"Enrique Collar, jugador del Atlético de Madrid, me invitó a entrenar con el equipo, no me lo creía. Mi ídolo era Di Stéfano, pero allí disfruté como un niño pequeño con el sistema 4-2-4, algo que ya no se ve. Los jugadores decían 'pásamela que yo les arroyo', ahora es todo más técnico", refleja Ramón.

La corta e intensa trayectoria de Ramón hizo posible que fuera uno de los pocos jugadores de su equipo con una oferta del Córdoba para jugar en Segunda División. "El día menos pensado la vida me cambió a raíz de un balonazo que era algo normal, pero tuve la mala suerte que me afectó directamente al corazón. El médico me aconsejó que no volviese a jugar al fútbol y tuve que rechazar al Córdoba".

Con sólo 23 años, 'Monchu' tuvo que retirarse muy orgulloso de lo conseguido y, pese a que el Naval le ofreció ser segundo entrenador, su sensibilidad por este deporte le 'obligó' a denegar la propuesta. Sus paisanos aún le siguen recordando como un héroe. Tanto, que le dieron un homenaje en 2006 otorgándole el Trofeo Río Ebro al mejor deportista campurriano.

Roberto, el nieto de Eduardo, le escucha atentamente bajo la misma ilusión con la que 'Monchu' empezó a jugar cuando apenas tenía cinco años. Los años pasan, pero el fútbol moderno no podrá arrebatar a Ramón la gran pasión que siempre ha sentido por el balón.

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