Medio centenar de personas bailaron tango en plena calle frente a la alcaldía de la capital argentina para reclamar al alcalde de derecha Mauricio Macri por lo que consideran el cierre indiscriminado de "milongas", clubes nocturnos donde se baila el popular ritmo rioplatense.
Al son del 2x4 las parejas bailaron frente a la histórica Plaza de Mayo "en queja porque quedan cada vez menos lugares adónde ir a 'milonguear'", dijo a la AFP Rammel Oramas, bailarín de 49 años venido a Buenos Aires hace un año desde su Ecuador natal para perfeccionarse en esta danza patrimonio intangible de la humanidad.
Según explicó el presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas, Julio Bassan, "el problema es que la alcaldía demora los permisos hasta seis meses y ha cerrado ya centenarias milongas que son íconos del tango en la ciudad con la excusa de permisos precarios".
Entre ellas han sufrido clausuras La Catedral, una de las milongas más tradicionales de Buenos Aires, en el barrio de Almagro, que es visitada cada año por cientos de turistas ávidos de ver bailar el tango más vernáculo, entre ellos el actor estadounidense Robert Duvall.
"En el último año unas quince milongas fueron clausuradas y están en riesgo muchas más en todos los barrios porteños", dijo Augusto Logardera, miembro de la asociación.
El reclamo es por la agilización de los permisos por los cuales los clubes deben pagar a la ciudad que los otorga con una validez anual.
La protesta se realizó en medio de la veda electoral por las elecciones a alcalde de la ciudad que se celebrarán el domingo y en las que el candidato de Macri, Horacio Rodríguez Larreta, va primero en los sondeos aunque sin el caudal de votos necesario para imponerse en primera vuelta.
"Esto no es político", aseguró Bassan mientras se repartían panfletos con la leyenda "Macri-Larreta: el tango no se clausura".
La manifestación tanguera en plena avenida entorpeció el tránsito en una hora punta en la que cientos de personas salen de sus trabajos de regreso al hogar.
"Buenos Aires recibe miles de dólares cada año de los turistas que venimos sólo a ver y bailar el tango, es algo que debe cuidarse como un tesoro", se indignó Clarisa Montes, una visitante mexicana de 32 años que junto a sus amigas compatriotas apoyaron la protesta.
Pese a todo, el baile y la música fueron bien recibidos por los transeúntes, que aplaudían a su paso a las parejas de bailarines, o los automovilistas, que lejos de disgustarse aminoraban la marcha para ver un espectáculo inusual.
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