Donald Trump y Theresa May escenifican hoy en Washington un nuevo orden internacional de pronóstico difuso. Transcurrida una semana desde su toma de posesión, el recién nombrado presidente de Estados Unidos eligió como primer interlocutor a Reino Unido, justo cuando la primera ministra británica necesita una inyección extra de oxígeno para la complicada negociación que iniciará en marzo el proceso para abandonar la UE.
En su estreno en suelo norteamericano, este jueves en la convención republicana de Filadelfia, May aprovechó para marcar el tono de una relación con la que aspira a "liderar juntos de nuevo", una vez Londres se libre de la influencia de Bruselas y Trump profundice en la "renovación de su país". Este, por su parte, proclamó que "la gente está ahora a cargo de su propio destino", un mensaje con el que animó a los legisladores a aprobar leyes "que firmará" sin reticencias en la que anticipó como la "legislatura más ocupada de la historia".
Ambos mandatarios tienen intereses compartidos: la presidenta británica para ampliar horizontes comerciales una vez se haya culminado el Brexit y el norteamericano para promover nuevas alianzas internacionales, tras evidenciar su desdén hacia Europa o la OTAN.
Este trance, sin embargo, no es parejo: mientras Trump apenas se juega nada, la premier arriesga acercarse demasiado, o peor, aparentar "mendigar" ante un líder que genera una profunda desconfianza en occidente, no solo por sus polémicas declaraciones, sino por la tendencia proteccionista que ha dejado entrever para su mandato y que amenaza el comercio mundial.
Cooperación bilateral
Además, May tampoco puede abordar negociaciones comerciales con Washington hasta completar el Brexit, si bien el presidente estadounidense ha prometido prioridad para un acuerdo con Reino Unido "lo más rápido posible y en los mejores términos" para ambas partes.
Su tesis dista marcadamente de la posición pro-europea de su predecesor, Barack Obama, quien había advertido a los británicos de que si soltaban la mano de la Unión Europea, "pasarían a la cola" de cualquier negociación.
Por el contrario, la satisfacción del nuevo inquilino de la Casa Blanca con el resultado del referéndum quedó de manifiesto en una entrevista con el diario The Times, donde calificó el Brexit "como muy positivo para Reino Unido".
La premier británica, con un estilo político en las antípodas del presidente estadounidense, le devolvió este jueves el requiebro al asegurar que "los opuestos se atraen" y dijo "compartir con Trump el deseo de asegurar que los Gobiernos funcionan para todos". De hecho, este mantiene que los británicos votaron abandonar Bruselas "para recuperar su identidad".
Con todo, su proximidad con el proceso del Brexit se debió a su excelente relación con el político Nigel Farage, exlíder y alma del UKIP, quien le dio su apoyo manifiesto durante la última campaña electoral de Estados Unidos.