
Un avión espía no tripulado se estrelló a finales de junio frente a las costas de Cádiz. EEUU no da más detalles sobre una operación que no ha salido a la luz por la política de absoluto secretismo que rodea a estos drones que cuentan con la más alta tecnología militar del ejército norteamericano.
Estos aviones están diseñados para misiones de reconocimiento y apoyo en zonas de conflicto y misiones internacionales como las que lleva a cabo la OTAN.
Desde la Fuerza Aérea de EEUU no se ha dado explicaciones sobre el suceso, sólo han confirmado el accidente de uno de sus RQ-4 Global Hawk. La prensa estadounidense especula con los motivos de ocultar este suceso y no dar detalles sobre la rápida operación de rescate de la aeronave no tripulada.
"Si una potencia enemiga se hiciera con uno de estos drones aunque esté dañado tendría una clara ventaja competitiva" puede leerse en el portal especializado en tecnología militar The War Zone. Esta misma publicación asegura que el secretismo entorno a las actividades militares es total y sugiere que tras el accidente el RQ-4 se hundió en Atlántico y fue rápidamente reflotado y trasladado a bordo de un avión hasta la base naval de Rota donde se examina para conocer las causas del accidente. También barajan la posibilidad de que el dron espía estuviera transmitiendo datos hacía EEUU, aunque no son más que especulaciones.
Aviones no tripulados para reconocimiento
Los Global Hawk RQ-4 son aviones no tripulados desarrollados para dar apoyo en misiones. La Fuerza Aérea de EEUU desarrolló este tipo de aviones no tripulados para evitar bajas entre sus pilotos con una especie de drones casi indetectables para los radares y satélites.
Este proyecto se inició hace cerca de 15 años y su inversión es superior a los 10 billones de dólares. Dentro de los aviones espías no tripulados el estrellado en aguas de Cádiz este verano pertenece a los RQ-4 y está equipado con sistemas que le permiten volar en condiciones de nubosidad adversas e inclusive durante tormentas de arena sin que sus sistemas de mavegación, recogida y envío de datos se vean perjudicados.
Cada uno de estos aparatos tiene un coste superior a los 220 millones de dólares y todos ellos han sido desarrollados en la base de la Fuerza Aérea en Edwards. Estos aparatos han sido utilizados frecuentemente en la guerra de Afganistán e Irak como apoyo en misiones de reconocimiento.
Una peculiaridad de estos aviones espías es que los RQ-4 pueden dirigirse a casi 25.000 km de distancia desde la base y tienen una autonomía de 36 horas de vuelo en combate. Existen varias versiones de este aparato entre las que destaca el RQ-4 'Tritón', diseñado a medida de las necesidades de la Armada de EE.UU.