Albert Hofmann es para la historia el creador del LSD. Sin él no habrían existido los 60 ni la contracultura ni los hippies. Ahora cumple 102 años y poco se sabe de él.
Sigue lúcido, pertenece al Comité Nobel y "es la prueba viviente de que el LSD no hace daño", afirma Antonio Gnoli, en el prólogo de "El dios de los ácidos: Conversaciones con Albert Hofman" (Siruela), el libro-entrevista que publica junto al filósofo Franco Volpi.
He ahí a un hombre nada psicodélico: un conversador nada rutinario, que reclama la libertad y el anticonformismo de la Generación Beat, a la vez que analiza la globalización. Rememora su amistad con Jünger y reivindica la riqueza espiritual de Oriente. "Sería restrictivo e incluso equivocado reducir el caso Hofmann a los límites morales del problema 'droga' -añaden Volpi y Gnoli-.
La realidad y lo imaginario que su nombre evoca poseen mucha más amplitud, pertenecen a otro género".
Eso es: Hofmann evoca a la literatura -Huxley, Marcuse, Burroughs, Ginsberg sucumbieron al LSD-, la medicina, la filosofía, la historia, la política
incluido el célebre uso que la CIA hizo del ácido lisérgico, descubierto hace ahora 65 años. "Este no es un libro sobre la droga. O mejor dicho, no es simplemente esto. Hay un trasfondo que implica la manera misma en que Occidente ha mirado y ha vivido su inestabilidad y precariedad". Y todo un repaso al siglo XX.
Por eso Volpi define a Hofmann elogiosamente: "Fue dionisiaco sin ser subversivo, literario sin caer en lo novelesco, onírico sin la pretensión de imponer la enésima interpretación del subconsciente".
Las conversaciones tuvieron lugar entre 1997 y 1999, pero nunca habían sido, hasta ahora, traducidas al español. Y éstas son algunas de las opiniones de Hofmann:
Acerca de su descubrimiento
"En absoluto se me ocurrió que el LSD pudiera ser una sustancia estupefaciente. [ ] En los comienzos, fue introducido únicamente como un preparado experimental en psiquiatría y psicoterapia, sobre todo con el fin de ayudar al trabajo de análisis, ya que bajo el influjo del LSD se reciben estímulos muy intensos, y todo nuestro aparato sensorial y emotivo se torna extremadamente reactivo".
El apostolado de Timothy Leary en EEUU
"Es de todos modos innegable que la manera irresponsable en que predicó la difusión indiscriminada del LSD ocultaba peligros y acechanzas, sobre todo para las generaciones jóvenes. Fue en parte por su predicación por lo que el LSD se convirtió en una droga de culto para los jóvenes y los hippies, extendiéndose enormemente".
Un sentimiento cósmico
"La futura visión del mundo deberá superar algunos dualismos dominantes en la manera actual del pensar, por ejemplo, la rígida contraposición entre sujeto y objeto, o la separación entre objeto y materia, o la problemática división de mente y cuerpo. Y estoy convencido de que sustancias como el LSD pueden tener una gran importancia para transmitir este sentimiento de pertenencia cósmica".
Sobre la experiencia mística
"Huxley era de la misma opinión que yo. Opinaba que el LSD merecía una difusión más amplia, pero que antes de consumirlo era indispensable una preparación adecuada, un daber adecuado, mediante lo que denominaba una auténtica ciencia de la experiencia mística".
Hofmann también afirma creer en Dios: "Sí, creo en Dios, por supuesto. Sin embargo, lo importante es que nos entendamos en cuanto al concepto de fe: no creo en los dogmas, que son, por decirlo así, experiencias de segunda mano. Creo en un espíritu creador, que se manifiesta en la creación y que se abre a mí en la experiencia de la unión mística con el todo".
Acerca de la felicidad
"Tengo la profunda convicción de que el hombre sólo puede hallar su felicidad volviendo a unas condiciones de vida lo más naturales posibles. Pienso, por tanto, que en todo lo que se hace hoy en el plano económico, social y político habría que preguntarse cada vez si contribuye a la felicidad del hombre".
Hacia un nuevo saber
"Contrariamente a Weber, pienso que cuanto más sabemos, precisamente gracias a la ciencia, más asombrados nos sentimos ante la maravilla del mundo. Y que por tanto el aumento del saber no lleva al desencanto sino, si acaso, a un encanto cada vez mayor".