Barcelona, 4 abr (EFE).- El estudio barcelonés de arquitectos de Ricardo Bofill ha diseñado para el aeropuerto de El Prat una terminal "verde" pensada para las nuevas necesidades en las que el consumo de energía debe reducirse al máximo, aunque los 200.000 vecinos cercanos creen que pese a ello crecerá la contaminación.
La nueva terminal T1 del aeropuerto de Barcelona, que se prevé inaugurar este verano, es un gigante de cristal en forma de espada capaz de engullir 30 millones de pasajeros al año, el doble que las actuales, que se pasearán por sus más de medio millón de metros cuadrados en busca de alguna de las 101 puertas que les permita embarcar en uno de los 90 aviones que cada hora harán maniobras.
A diferencia de las terminales actuales, el nuevo edificio hace de la luminosidad una de sus señas de identidad, pues el "aprovechamiento de la luz natural mediante muros de vidrio serigrafiados permiten iluminar los espacios públicos creando una tenue iluminación que nos ahorrará consumo energético", explica Albert Cassart, ingeniero del Plan Barcelona que impulsa la ampliación del aeropuerto.
Ahorrar energía es el motivo de las instalación de 696 placas solares que escoltan el edificio diseñado por Ricardo Bofill y que serán las encargadas de calentar el 70% del agua que se consuma.
En los momentos en que la luz natural escasee las lámparas del edificio cuentan con un sensor que gradua automáticamente la intensidad de la luz artificial de los espacios públicos, lo que, sumados a otros sistemas de control más usuales, que funcionan con sensores de movimiento, permitirá ahorrar considerables cantidades de energía.
La separación de los residuos sólidos producidos por la terminal y las aeronaves es otro de los puntos fuertes, y éstos se almacenarán mediante un sistema de recogida neumática para su posterior reciclaje.
Por su parte, las aguas fecales se dirigirán directamente a la depuradora del Baix Llobregat, situada en las cercanías del aeropuerto.
Cassart asegura que "ha existido la voluntad de construir una terminal verde" y ha añadido que la ventaja de construir "de golpe" una terminal entera "permite organizar los servicios con una visión de conjunto, no como en las actuales terminales, que se han ido ampliando a trozos".
Sin embargo, el portavoz de la Plataforma Prou Soroll de Castelldefels, José Velasco, ha calificado la nueva terminal de "amenaza" ya que cuando esté a pleno rendimiento "aumentará la contaminación atmosférica y acústica", aunque no a corto plazo ya que "la crisis económica ha supuesto una leve reducción del número de vuelos: ahora pasa un avión cada minuto y 40 segundos, cuando antes era cada minuto y 20 segundos", ha asegurado.
Para Velasco la solución para posteriores ampliaciones del aeropuerto pasa "por construir nuevas pistas ganando terreno al mar o a costa de los terrenos de la laguna del Delta del Llobregat", donde existen los pantanales más importantes de Cataluña, en los que conviven numerosas aves con hasta 21 tipos de orquídeas diferentes, algunas de ellas únicas en Europa.
Porque para algunos vecinos de Castedelldefels y Gavà, mantener a los pájaros tan cerca de los aviones "es un peligro, porque pueden introducirse en las turbinas de los aparatos y producir una catástrofe. Mientras en otros aeropuertos tienen halcones amaestrados para disuadir a las aves, aquí fomentamos su presencia", asegura Velasco, a pesar de que ha sido el crecimiento de las localidades próximas las que ahogan el crecimiento de El Prat.