A Philip Astley se le atribuye ser el padre del circo moderno cuando abrió el primero en 1768 en Inglaterra. Fundó una escuela de equitación que, en poco tiempo, fue incorporando en sus espectáculos de jinetes, acróbatas, bailarines de cuerda y malabaristas para amenizar las actuaciones. El payaso también amenizaba los descansos con bailes, volteretas y malabares. En ese momento, había nacido ya el circo moderno.
A posteriori, en 1782, se inauguró el primer circo en París, el Amphithéâtre Anglois. Pocos meses después, uno de sus discípulos abrió la Royal Circus and Equestrian Philharmonic Academy en Londres. En 1792, el ecuestre inglés John Bill Ricketts abrió el primer circo americano en Filadelfia y más tarde inauguró otros en Nueva York y Boston. En 1797, Ricketts también estableció el primer circo canadiense en Montreal.
Pequeños circos itinerantes surgieron en Europa a principios del siglo XIX, visitando ciudades que carecían de eventos permanentes.
Siglo XIX
En 1836, el ecuestre británico Thomas Cooke visitó EEUU y trajo de vuelta a Inglaterra la carpa de circo estadounidense -una tienda de campaña ambulante unida a un zoológico y dirigida por hombres de negocios-, un modelo muy diferente al de los circos europeos, que en su mayor parte permanecieron bajo el control de las familias que representaban.
El ecuestre italiano Giuseppe Chiarini (1823-1897) creó su propio circo y fue al territorio inexplorado -en lo que respecta al circo- de La Habana, luego fue a América del Sur, cruzó el Pacífico y aterrizó en Japón. Después, visitó México, Chile, Argentina, China, Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Tasmania, Singapur, Java, Siam, India y Latinoamérica.
En 1859, el Cirque Napoleon en París ofreció el primer vuelo trapecio, acto, que sigue siendo un componente popular del circo moderno. En 1871, William Cameron Coup y el showman P.T. Barnum abrieron un enorme circo en Brooklyn, The Greatest Show on Earth.
En 1884, los cinco hermanos Ringling organizaron su primer circo y pronto adquirieron otras compañías, entre ellas Barnum y Bailey, que compraron en 1907. Durante las tres décadas siguientes, Ringling Brothers y Barnum & Bailey Combined Shows triunfaron.
Por su parte, el Cirque du Soleil de Canadá, que dio una sensibilidad artística a sus actos acrobáticos y evitó el uso de animales, fue un innovador circo de finales del siglo XX.
Tras la Primera Guerra Mundial, el circo cambia y se incorporan trapecistas voladores, bailarines del cable, malabaristas y clowns -los payasos en Europa se mantuvieron fieles a sus raíces teatrales con un papel importante, pero no en EEUU, que se convirtieron en actores mudos-.

Siglo XX
En 1919, Lenin nacionalizó los circos rusos y la gran mayoría de sus artistas huyeron del país. Frente a la tarea de formar un núcleo de artistas rusos únicos, el gobierno soviético estableció, en 1927, el Colegio Estatal de Circo y Artes de Variedades, más conocido como la Escuela de Circo de Moscú. No solo rejuveneció el circo ruso, sino que también desarrolló métodos de entrenamiento modelados por el deporte-gimnasia. Modernos espectáculos conquistaban al público frente al inmovilismo de los circos familiares que habían caído en la rutina y eran ahora aburridos.
En el año 1974, Annie Fratellini -heredera de la famosa dinastía de payasos- y Alexis Gruss, Jr. -heredero de la última dinastía ecuestre francesa- crearon en París las dos primeras escuelas de circo del oeste.
En 1975, el Príncipe Rainiero de Mónaco -antiguo entusiasta del circo- creó el Festival Internacional de Circo de Montecarlo. También en 1977 se creó el Festival Mondial du Cirque de Demain de París, para mostrar y promover una nueva generación de artistas de circo, entrenados en escuelas. En la década de los años 80, se crea el Centro Nacional de Artes del Circo, a modo de universidad, y otros países como Inglaterra, Bélgica, Suecia, Italia, Australia, Brasil e, incluso, Estados Unidos establecen también centros de formación.
En los albores del siglo XXI, el circo, que siempre ha sido un arte altamente adaptable, está experimentando cambios cosméticos y una nueva expansión.
Además de reducir los animales en sus espectáculos circenses, la inmensa mayoría de los espectáculos españoles no tienen animales. Aproximadamente, solo existen ocho o nueve circos españoles que cuentan con ellos. Por su parte, otros extranjeros sí traen animales en sus funciones.
En dos años se ha pasado de menos de 150 municipios libres de circos con animales a casi 420.