A pesar del optimismo de Javier Tebas, del 'sí' de los clubes, del consentimiento de Aficiones Unidas y de la mayor predisposición de la AFE, que el Girona-Barcelona se dispute el 26 de enero en EEUU parece todavía complicado. El proyecto del presidente de LaLiga ha chocado con la primera barrera administrativa que le ha salido al paso, las autorizaciones de la Federación (RFEF) y el Consejo Superior de Deportes (CSD) y el caso parece destinado, por el momento, a permanecer unas semanas congelado.
Tras la reunión entre Luis Rubiales, Pedro Sánchez y Gianni Infantino, presidentes de la RFEF, el Gobierno español y la FIFA, la pelota está en el tejado de la Federación, organismo que no tomará una decisión en breve. Con la sartén cogida por el mango, tiene un amplio plazo para hacer pública su postura. De hecho, el tiempo que le dan las leyes del fútbol es de casi cuatro meses.
De acuerdo con el Reglamento de Partidos Internacionales de la FIFA (página 74 del documento), la RFEF está obligada a trasladar a la Federación que acogiese el duelo una petición con un mínimo de 21 días de antelación respecto a la fecha del partido, que se celebraría el 26 de enero. Así, el límite es el 5 de enero.
¿Apurará los plazos la RFEF? La idea que se transmite desde la Federación es que, como mínimo, unas semanas. La Cadena Cope cifraba esta respuesta en los meses de octubre o noviembre. El retraso en hacer pública una postura determinada daría tiempo a LaLiga, que tiene en su contra a gran parte de los organismos que han de darle la autorización para jugar.
Un trabajo de persuasión
La tarea de la entidad en estos momentos es de pura persuasión: convencer a la RFEF de que la idea puede ser positiva (con el aval del 'sí' de los clubes), calmar los ánimos con Luis Rubiales (que criticó muy duramente a Tebas, otro aspecto, el personal, a tener en cuenta), trabajarse la bendición definitiva de la AFE (en camino tras la presentación de un stage en EEUU y retoques en el convenio colectivo) y revertir la opinión del Gobierno, del que depende el CSD.
Las razones del Ejecutivo para no ver con buenos ojos el Girona-Barcelona son políticas. El temor a una exhibición independentista en el Hard Rock Stadium de Miami es palpable en el equipo de Pedro Sánchez, y éste será otro campo de batalla para Javier Tebas. En este sentido, el dirigente de LaLiga ha sido claro y optimista, ya que, a la par que ha declarado que el partido se concibe como un símbolo de la 'marca España', ha lanzado un mensaje de tranquilidad: "Los aficionados del Barça de EEUU no hacen apología del independentismo (...) Va a ser el aficionado que ha ido a ver el Barça durante los torneos de verano".
Solo cerrando todos los frentes en su propio país, LaLiga podría afrontar con garantías el salto a los últimos permisos necesarios, los de la UEFA (confederación europea), CONCACAF (confederación de América del Norte, Central y Caribe) y la USSF (federación de EEUU). La buena relación de Luis Rubiales con Aleksander Ceferin, presidente de UEFA, y Gianni Infantino podría ayudar a este empujón final, pero el desafío para LaLiga es previo: si no consigue despejar las dudas del Gobierno y el rechazo inicial de la RFEF, tendrá muy difícil sacar adelante su proyecto. Por el momento, y salvo sorpresa, la idea de Javier Tebas se queda en el congelador.