Esta tarde comparece ante la comisión de Cultura de las Juntas Generales (parlamento provincial) de Alava, el arqueólogo Eliseo Gil Zubillaga, el que fuera director de la excavación de los restos del asentamiento romano de Iruña Veleia (Alava), al que se responsabiliza de fraude arqueológico.
Se trata de una comparecencia que ha despertado gran interés para ver si Gil se enroca en la numantina defensa de sus supuestos descubrimientos o si, por el contrario, cambia su versión de los hechos.
Iruña Veleia es un asentamiento romano situado en el término municipal de Iruña de Oca, a unos diez kilómetros de Vitoria, que data de los siglos I y VI. Las excavaciones se vienen desarrollando desde hace una década, pero su notoriedad se disparó en verano de 2006, cuando Eliseo Gil deslumbró con la difusión de unos hallazgos que, de ser ciertos, implicaban reescribir la historia de la llegada del cristianismo al norte de la península Ibérica y reinterpretar los orígenes de la lengua vasca, el euskera.
Dibujo del calvario de Jesucristo
Hasta el momento, las primeras palabras escritas en euskera sobre las que se tienen constancia datan del Siglo XI, localizadas en las glosas del monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja), mientras que ahora se planteaba su adelanto hasta el siglo III y su traslación a Álava. Otros supuestos descubrimientos fueron el dibujo de un calvario de Jesucristo, lo que situaría la llegada del Cristianismo al norte de España en el siglo III. También sorprendió la localización en el mismo yacimiento de grafías y jeroglíficos sobre hechos históricos de Egipto.
La polémica sobre su autenticidad o falsedad se desencadenó enseguida en el mundo arqueológico, al principio en foros de Internet y después en cuestionamientos directos. Al final, en noviembre de 2008, la diputada de Cultura de Álava, Lorena López de Lacalle, acudió ante la Comisión de Cultura de las Juntas Generales de Álava para presentar un conjunto de 26 informes, planteados desde técnicas multidisciplinares (Química, Arqueología, Lingüística, Epigrafía y Euskera), cuya conclusión fundamental era que las joyas de Eliseo Gil eran falsificaciones, manipulaciones sobre piezas de cerámica originales del yacimiento romano.
No puede ser de la época datada
Los informes hablan de anacronismos históricos como referencias a nombres medievales y formas de vestir ajenas a épocas romanas. El calvario contendría una inscripción inverosímil en la época en la que se data. Más sangrantes son las supuestas inscripciones romanas que citan al filósofo francés Descartes, que no sólo vivió en el S. XVIII, sino que se le cita junto a referencias de otros clásicos como Séneca, Virgilio y Sócrates. Asimismo, se encontró pegamento en varias piezas de cerámica.
En base a esto la Diputación rescindió el contrato con Lurmen y negó el acceso a la excavación a sus trabajadores. La Diputación no ha interpuesto directamente una denuncia por estafa o falsificación, sino que puso los estudios técnicos en conocimiento de la Fiscalía para que sea ésta la que proceda si lo considera oportuno.
Otro bochorno arqueológico
Este escándalo reaviva en Álava el bochorno experimentado con la falsificación de las pinturas rupestres de las cuevas de Zubialde, descubiertas por el estudiante de historia Serafin Ruiz en 1990. Se trataba de un centenar de figuras del Paleolítico Superior, del periodo Magdaleniense, datado entre los años 13.000 y 10.000 antes de Cristo. Finalmente se destapó que los dibujos eran meras falsificaciones y envejecidas a base de frotar con estropajos.
El caso de Iruña-Veleia también dio la vuelta al mundo y lo que temen ahora als instituciones alavesas, que por las falsificaciones de algunas piezas, se pierda la credibilidad del resto del yacimiento.
Patrocinio público sin concurso
Otro de los aspectos curiosos ha sido la financiación misma de las excavaciones. El yacimiento romano es titularidad de la Diputación Foral de Álava, pero ésta encomendó las excavaciones a la compañía "Lurmen S.L:". Lo sorprendente es que a la hora de financiar los trabajos, la responsabilidad no la asumió la Diputación, sino el Gobierno vasco a pesar de ser ajeno al asunto. Pero a su vez, dentro del Gobierno no fue el Departamento de Cultura, el teóricamente competente en la materia, sino el Transportes, que lo hizo a través de dos sociedades públicas ferroviarias (EuskoTren y Eusko Tren Sarea), que lógicamente su actividad tiene poco que ver con la promoción de la arqueología.
Así se suscribieron unos convenios por los cuales se concedía una ayuda económica durante diez años (2001-2010), a razón de 372.483 euros por ejercicio. Por tanto en total, se comprometían 3,7 millones de subvención, iniciativa que fue cuestionada por el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (TVCP) que criticó que fuera una ayuda de concesión directa sin respetar los principios de publicidad, concurrencia y objetividad.
Gil se reinterpreta
Tras la difusión de los informes críticos, Eliseo Gil denunció que se trataba sólo de opiniones y que no descartaba tomar iniciativas legales. De forma paralela, hizo un pequeño quiebro, al ampliar sustancialmente el horizonte temporal en que datar sus hallazgos. Inicialmente situaba las inscripciones entre los Siglos III y IV, para puntualizar después que tal vez habría que situarlos en el Siglo VI. Habrá que ver cual es la versión que sostiene hoy.
También tomarán la palabra ante la Comisión de Cultura de las Juntas Generales de Álava los trabajadores de la empresa Lurmen SL, que denunciarán el total desamparo al que se han visto abocados y cómo se sienten víctimas de una situación en la que consideran que se les ha convertido en delincuentes sin justificación alguna.