Hace meses que el flamante 'equipo del cambio' de Barack Obama hizo las maletas para preparar el traspaso de poderes a la Casa Blanca, pero hay algunas cosas que no cambian pensará el nuevo presidente demócrata, y Afganistán es una de ellas.
La decisión de la ex república soviética de Kirguistán de cerrar Manas (la única base aérea estadounidense que queda en Asia Central), ha complicado y mucho los planes de EEUU de seguir 'alimentando' la guerra de Afganistán. Tanto, que el país centroasiático podría volver casi ocho años después a caer en manos de la insurgencia talibán.
Y es que a pesar del anuncio de Barack Obama de aumentar el número de tropas para "¿recuperar?" el control en la zona, la situación en Afganistán parece volverse por momentos cada vez más compleja. El presidente afgano Hamid Karzai (duramente criticado por no mejorar las precarias condiciones fuera de la capital), ha pretendido reconciliarse con el líder talibán, el mulá Omar, que ha olido a sangre y no sólo le ha rechazado, sino que además ha logrado boicotear las elecciones generales postergadas según el propio gobierno "por la grave inseguridad".
Pero es que además la presencia occidental en el país es comparable ahora a la del ejército soviético en la década de los 80, y sin embargo la insurrección se manifiesta con aún mayor intensidad.
Una guerra que "no se puede ganar"
Manas es una base clave para el abastecimiento de las tropas estadounidenses en Afganistán. Los convoyes que van por la carretera principal desde Pakistán son blanco de los ataques talibanes, de ahí la decisión de la 'administración Obama' de aumentar las tropas y buscar rutas alternativas de suministro para continuar con la fuerza armada pero, ¿es éste realmente el camino para solucionar el conflicto?
En cinco o diez años es más que probable que la ayuda y el número de soldados destinados a Afganistán se hayan reducido. Canadá y los Países Bajos ya se han adelantado y han dejado bien claro que quieren abandonar la ISAF para 2011, y es bastante previsible que otros gobiernos europeos les imiten. Además, la crisis económica amenaza con aumentar la deuda del sector público e incrementar el gasto interno, en lugar de la ayuda para la reconstrucción de Afganistán. Seamos sinceros, la operación 'Libertad Duradera', con unos costes que se han disparado hasta los 12.700 millones de dólares en 2008, parece tener los días contados, e incrementar el gasto militar sólo parece acelerar el fin de la intervención occidental en la zona.
Hace tiempo ya que el comandante británico saliente Mark Carleton-Smith, dijo que la 'Alianza Occidental' no libraba una batalla contra un enemigo convencional cuyo claro final vendría marcado por un tratado de paz. Y auguró un triste final: "No vamos a ganar esta guerra en Afganistán".