Por Stephen Eisenhammer
A menos de 500 días del inicio de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, la construcción de varias sedes no ha comenzado y algunos de los principales contratos ni siquiera se han licitado, lo que seguramente dé paso a una carrera contra el tiempo que probablemente elevará los costes.
Parece ser un guión familiar para los grandes acontecimientos deportivos. A medida que la fecha de inicio se acerca, los titulares de prensa se centran en los retrasos y los problemas para que las sedes estén listas, aunque el acto se termina desarrollando sin mayores contratiempos.
Sin embargo, la carrera contra el tiempo a la que al parecer se enfrentan los primeros Juegos Olímpicos que se disputarán en Sudamérica inevitablemente incrementará el presupuesto actual de 40.000 millones de reales (unos 12.000 millones de euros) y añadirá una carga sobre la ya atribulada economía brasileña.
Cerca de esta etapa del período previo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, se había completado casi el 80 por ciento de las sedes e infraestructuras. En contraste, en Río sólo alrededor del 10 por ciento de los 56 proyectos de construcción, remodelación y energía se han terminado.
Si bien esta última cifra no incluye los 11 estadios existentes que no necesitan remodelación, las cifras podrían poner a Río en el mismo nivel que Atenas 2004, donde sólo la mitad de las sedes estaban listas cinco meses antes del evento.
Las obras no esenciales del evento deportivo disputado en la capital griega, como un techo para el centro acuático, tuvieron que ser descartadas. En el caso de Río, es preocupante que una cuarta parte de los proyectos aún no hayan comenzado y que ni siquiera se hayan fijado plazos o estimaciones de costos.
"Todavía hay mucho por hacer", dijo Michael Payne, quien trabajó en el Comité Olímpico Internacional (COI) durante más de 20 años y ayudó a Río en su candidatura.
En Brasil, cualquier subida en los costes totales del evento serán difíciles de digerir para un país que atraviesa una crisis económica y que busca llevar a cabo una austeridad fiscal.
El fuerte malestar público generado entre otras cosas por los costes de los estadios de la Copa del Mundo de fútbol llevó a que más de un millón de personas salieran a las calles en 2013.
El escándalo de corrupción que sacude a la petrolera estatal Petrobras, que ha implicado a varias constructoras a cargo de proyectos olímpicos, está aumentando la posibilidad de los retrasos.
Hasta ahora, las empresas y el Gobierno dicen que el escándalo no tendrá ningún efecto, pero una serie de empresas de ingeniería más pequeñas han quebrado como resultado de las acciones judiciales en curso.
El acceso restringido a los mercados de crédito hace que el flujo de caja pueda convertirse en un gran dolor de cabeza para las constructoras.
REALIDADES DIFERENTES
El Gobierno de Brasil ha garantizado la financiación de cualquier tipo de sobrecoste, algo que podría estar obligado a concretar ya que el presupuesto tiende a subir antes de los grandes eventos en caso de retrasos en las obras.
Para Atenas, el presupuesto inicial se duplicó a 11.000 millones de dólares y los economistas dicen que las deudas que adquirió Grecia para preparar los Juegos contribuyeron al declive financiero del país.
Por supuesto, Brasil podría absorber mejor un alza en los costes del evento. El presupuesto total estimado, incluso considerando megaproyectos de infraestructura como una extensión del metro y la remodelación del puerto, es sólo medio punto porcentual del producto interno bruto. En Grecia, el coste final fue casi un 5 por ciento del PIB del país en ese año.
"Cuanto más se espere, más caro se vuelve", dijo Bent Flyvbjerg, un profesor de la Universidad de Oxford especializado en grandes proyectos de construcción.
Las autoridades brasileñas se defienden de las críticas diciendo que las comparaciones con otros Juegos Olímpicos son engañosas.
"Londres y Río son muy diferentes. Las leyes son diferentes, los procesos son diferentes. Somos un país en desarrollo y tenemos nuestras propias características", dijo Marcelo Pedroso, jefe de la Autoridad Pública Olímpica. "Puedo decir con tranquilidad que no hay ningún problema con dónde nos encontramos en nuestra preparación", agregó.
Sin embargo, esta confianza choca con los hechos. Uno de los contratos más importantes que aún no se ha licitado es el suministro de energía para las instalaciones olímpicas, un trabajo complejo que involucra cientos de kilómetros de cable y miles de paneles de distribución, dicen fuentes cercanas al proyecto.
En Londres, el contrato de energía se anunció 20 meses antes de que comenzaran los Juegos y para el inicio de Río 2016 en estos momentos faltan sólo 15 meses.
Dentro de este incierto panorama, algo es seguro: los Juegos Olímpicos de Río comenzarán el 5 de agosto del próximo año.
"Significa que sólo se tiene que gastar más dinero para conseguir que esto se termine (...). La única variable es que hay gastar más dinero", dijo Flyvbjerg.
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