Causa rubor escuchar a los políticos atribuirse la victoria en las elecciones del 27S. Por primera vez, y gracias a una participación histórica del 77,4%, los catalanes han hablado a través de unas urnas que dictan exactamente lo que el pueblo catalán desea. EN DIRECTO | Reacciones al 27S | Especial elecciones catalanas.
Por número de votos el pueblo catalán no quiere separarse de España, pero por escaños queda meridianamente claro que lo que los catalanes no queremos es seguir como hasta ahora. El Estado español tiene el deber de escuchar a Cataluña y hacer una propuesta que elimine los desequilibrios fiscales que en todos los sistemas de financiación autonómicos de la democracia han castigado sistemáticamente al Arco Mediterráneo. Ese punto fue el origen de la escalada independentista y ese punto debe ser la solución.
En el reparto de votos entre los partidos, el electorado aún ha hilado más fino. Ha dado la victoria a la coalición Junts pel Sí, pero sólo con 62 escaños, exactamente uno menos de los que Artur Mas necesitaba para volver a ser reelegido presidente de la Generalitat en una segunda vuelta. La CUP, partido radical de izquierdas independentista, ha logrado los 10 escaños que necesita Junts pel Sí para gobernar, pero su cabeza de lista, Antonio Baños, se ratificó ayer en que no votarán la investidura de Mas. Podrían votar la investidura de Raül Romeva (primero de la lista), del republicano Oriol Junqueras (quinto) o incluso de la convergente Neus Munté (octava y vicepresidenta de la Generalitat). Un jaque al rey Mas que lo puede echar de la partida.
Pero el electorado también ha castigado al PP, que pierde casi la mitad de sus diputados. Un claro mensaje de que los catalanes tampoco quieren a Mariano Rajoy, al que ve incapaz de realizar una oferta seria. Cataluña apuesta por Ciutadans y los diputados que Albert Rivera logre en las generales forzarán la jubilación del actual presidente español.
De esta forma, a través de las urnas y tras cinco años de disputas, Cataluña se librará de dos políticos que no han sabido solucionar un problema y serán sus sucesores los que estarán obligados a entenderse.