Política

La llave pasa a manos del PP

Pedro Sánchez estrecha hoy la mano al Rey. Imagen: Twitter Casa Real

Con la decisión inesperada y populista de Pedro Sánchez de consultar a la militancia socialista si aceptan o no el pacto que proponga para formar gobierno, un par de cientos de miles de afiliados con carnet de un partido político decidirán lo que 25 millones de votantes españoles no aclararon.

El privilegio será parecido al que tuvieron las bases de la CUP cuando sobre sus espaldas recayó la responsabilidad de decidir quién no iba a gobernar en Cataluña y de qué forma debería comportarse el gobierno.

La democracia participativa aparente que propone el líder del PSOE está lejísimos del espíritu auténtico de elecciones como las que estos días observamos en Estados Unidos en las primarias presidenciales. En Iowa se reúnen los ciudadanos en cafeterías, iglesias y centros sociales para votar a mano alzada, tal y como hicieron sus antepasados de Des Moines, Cedar Rapids o Davenport, y votan a mano alzada tras haberse inscrito el candidato que quieren en la liza electoral por cada uno de los dos partidos que forman el verdadero bipartidismo real, no el sucedáneo del que se habla por nuestras latitudes.

Hasta ahora la llave democrática de la gobernabilidad estaba en manos de los socialistas, quienes con un mínimo sentido de Estado podrían haber formado parte de un gran acuerdo con los otros dos partidos que defienden la Constitución y el sistema democrático del que gozamos en España. Su actitud ha sido irresponsable y guerracivilista al tratar de deslegitimar a una fuerza política que es actor imprescindible por haber ganado las elecciones. Su explicación de no pactar nada con el PP por su lacra de corrupción, llevada al terreno autonómico, habría provocado que Ciudadanos no hubiera dado el gobierno andaluz a Susana Díaz.

Pero todo eso ya forma parte del pasado. Ahora Sánchez le ha trasladado al Rey que está dispuesto a intentar formar gobierno. Tiene que asumir la responsabilidad de la situación que él mismo ha provocado y tratar de conformar una mayoría suficiente para ser investido. Ha sido su propia actitud la que cierra ahora la puerta a cualquier aspiración que tenga el candidato de ser apoyado por las fuerzas políticas constitucionalistas y moderadas. ¿Podría exigir el PSOE que el PP se abstuviera para sacar adelante una investidura con apoyo de Ciudadanos? Con el comportamiento que él ha tenido, parece obvio que no podría. El único camino que le quedaría por tanto es echarse en manos de Podemos y de los independentistas.

Pero desterremos lo obvio, y tal y como defendíamos hasta ahora sigamos exigiendo a los partidos que busquen el interés general de los españoles y no el partidista o incluso el personal. La llave pasa ahora a manos del PP. Y el objetivo sería evitar que los radicales populistas lleguen al poder o lo condicionen activamente. Si ese objetivo requiere propiciar con la abstención la llegada a Moncloa de quien les ha despreciado, deslegitimado y menospreciado, los populares deben pensar en el futuro inminente de este país que todos compartimos. Y actuar en consecuencia. El premio partidista que obtendría sería una legislatura seguramente muy breve y disponer del tiempo necesario para reconstruir una oferta política atractiva para formulársela a los españoles.

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