El comunicado de este lunes de José María Aznar no fue gratuito. Fue algo más que una denuncia a la Fiscalía General del Estado por lo que él entiende ha sido una vulneración de sus derechos. El expresidente del Gobierno habla de "manipulación pública" de sus datos fiscales y de una operación con una "intención que nada tiene que ver con la regeneración de la vida política".
Por eso, en el PP el comunicado de Aznar tiene un significado. El expresidente, así lo ha hecho saber, no encuentra "las palabras adecuadas para expresar el hastío que me produce este nuevo ataque intencionado". Pero el nuevo ataque, esa es la cuestión, queda sin autor. Aznar no apunta a nadie, no dice quién, pero si añade que al no aparecer "en lista alguna -evocando así a los papeles de Panamá- pretenden aprovechar cualquier cosa para manipular datos personales confidenciales".
Precisamente, este martes, la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, ha opinado al respecto que sobre "lo que diga o deje de decir el señor Aznar yo no tengo absolutamente nada que comentar. En mi partido no hay guerra, no sé si el señor Aznar está en una guerra, pero mi partido no". De otro modo, Margallo y Cifuentes han comprendido el enfado de Aznar. Génova también ha entendido las quejas. Soria, primera víctima del frente interno para el recambio de Rajoy
Movimientos en el PP
Según el diario El Mundo, los movimientos de Aznar responden a las cada vez más acentuadas teorías de la guerra interna y del uso de información de unos contra otros, convencidos de que las fuentes de filtración están dentro del Ejecutivo, mientras critican que Rajoy esté al tanto de todo esto y no ponga freno a las luchas. Y el nombre resultante de todas estas operaciones es del Soraya Sáenz de Santamaría.
La vicepresidenta, preguntada este lunes por el aire que se respira en el Partido Popular tras la crisis derivada por la renuncia del ministro José Manuel Soria por los papeles de Panamá, fue taxativa al afirmar que en el Gobierno no existe "en absoluto división". Por eso, añadió, está trabajando en lo que hay que hacer. "A eso es a lo que nos dedicamos, a trabajar", zanjaba la pregunta. Pero no hay más cierto que, caído Soria, queda más despejado el camino sucesorio del que se han ido cayendo Gallardón, Aguirre, Feijóo, Soria...
Las declaraciones de Santamaría no han cerrado la desconfianza que reina en el Partido Popular entre unos y otros dirigentes. Y en ese sentido, El Mundo subraya este martes la opinión de fuentes del partido que vinculan todas estas informaciones -incluidas las de Soria, sobre todo los papeles de Jersey- con filtraciones del Ejecutivo, circunscribiendo los mismos en motivos internos para la sucesión de Mariano.
Lo cierto es que en el PP no se atreven a dar datos concretos al tiempo que aumentan el número de voces autorizadas que no alcanzan a explicar cómo desde el Gobierno, "puestos a hacer mal las cosas" y de cara a unas más que probables elecciones generales, "se estén cometiendo tantos errores como los de Aznar, Soria, el tratamiento policial al alcalde de Granada...".
La sucesión
Así pues, las criticas a la gestión de estos hechos, así como de la gestión del tiempo en funciones del Gobierno -sin acudir al Congreso a dar explicaciones-, o el silencio impuesto sobre la celebración de un Congreso Nacional abierto para elegir candidato a las urnas -tal y como pidió Aznar en aquel consejo ejecutivo nacional que se celebró en Génova 13 tras el 20D, y donde obtuvo cero respaldo público-, han centrado todas las miradas en Soraya Sáenz de Santamaría.
En algunos sectores del PP se sospecha que Rajoy podría ser el cartel electoral del 26J para una vez celebrados los comicios hacer entrega del poder a la vicepresidenta del Gobierno en funciones. Aunque todo el PP no está abonado a esta teoría. Los marianistas no creen que Rajoy regale el poder de una manera tan gratuita cosechado tantas críticas, porque en este paso, en el del debate sucesorio, se cree que hay unanimidad a la hora de respaldar a la dirigente vallisoletana. Es más, se espera que Aznar dé batalla y postule a los suyos -estos están convencidos de que Santamaría no tiene "ningún predicamento" dentro del partido-, eso sin obviar que podría haber más candidatos, algunos de los cuales "no se atreven ni a moverse", confiesa a EcoDiario.es una fuente del PP.
El Congreso Nacional, de celebrarse en octubre como en principio se prevé (lleva dos años congelado), será la representación plástica, la constatación de la fuerza y la rivalidad de las familias populares, en una guerra que ha sido contenida públicamente, lo que aflora una grave crisis manifiesta.