Política

Las elecciones más gallegas de todas: Galicia puede decantar el Gobierno en Madrid (o no)

  • Galicia es una enorme caja de sorpresas en la que el PSOE puede perder
  • Galicia tendrá un partido gallego en el que Podemos participará
Feijóo en la Feria del Pulpo de O Carballiño. Imagen: EFE

Galicia ha sido, hasta la fecha, una de las comunidades autónomas más previsibles de todas. Es la viva representación de "el PP contra todos". Desde que en 1989 consiguiera su primera mayoría absoluta, no ha parado de lograr victoria tras victoria que le ha permitido gobernar con tranquilidad.

Sólo hubo una excepción: en 2005, cuando la suma de PSOE y los nacionalistas del BNG pudo desalojarles de la Xunta por un breve periodo de cuatro años: en las siguientes elecciones, y ya hecha la sucesión del sempiterno Manuel Fraga, el PP recuperó un escaño que arañó al BNG y que le bastó para volver a la mayoría absoluta. Y así hasta hoy.

Galicia es, electoralmente, así: o blanco o negro. Para gobernar el PP necesita mayoría absoluta, sin más.

 

El crecimiento a la izquierda del PSOE

Al otro lado la oposición ha sido algo menos regular. Es una de esas comunidades en las que hay cierto movimiento nacionalista, pero que no es tan fuerte como para que cristalice una dupla de partidos alternativos a los centrales como pasa en Cataluña -CDC y ERC- o Euskadi -PNV y EH Bildu-. Es, como la Comunidad Valenciana, en la que hay una formación nacionalista que gana o pierde fuerza en función de las circunstancias: allí es Compromís y aquí es el BNG.

Y es precisamente ese espacio político el que previsiblemente cambiará el mapa electoral gallego. No porque se vaya a imponer a los socialistas -en 1997 el BNG de Xosé Manuel Beiras, otro sempiterno, ya superó al PSOE- sino porque igual que ha sucedido en la política española, la política gallega ha vivido un estallido en esa zona ideológica.

En realidad Galicia fue un poco antes. En las últimas elecciones autonómicas Beiras encabezó una especie de coalición nacionalista de izquierdas alternativa al BNG. Se enfrentó al partido de su vida en una inesperada vuelta a la política en la que había 'irmandiños' -escindidos del BNG junto a él- gente de Equo y gente de IU. Podría decirse que fue un ensayo previo a las confluencias que tan bien sabría trabajar Podemos años después -y que habían tenido ensayos, de nuevo en la Comunidad Valenciana con el Bloc que acabaría dando origen a Compromís-.

Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la caducidad de la apuesta del BNG, al que esa AGE de Beiras superó, y las posibilidades para ese modelo en el que sectores de izquierdas, nacionalistas, ecologistas y alternativos podían unir fuerzas. Entonces fueron sólo 9 escaños de los 75 del Parlamento gallego, pero sirvieron como semilla a algo mayor que acabó fraguándose en toda España.

La última victoria de Beiras tuvo lugar hace unos días, cuando supo tomar el timón de En Marea, la confluencia gallega de Podemos. No lo hizo desde un cargo orgánico -porque no lo tiene-, sino a modo de presión. Y Podemos, en crisis como está por sus malos resultados el 26J, accedió: Galicia tendrá un partido gallego en el que Podemos participará, y no al revés como hasta ahora.

Eso abre nuevos escenarios en esa política gallega tan de bloques ya que, no en balde, En Marea ha triunfado desde Galicia en la política nacional y varios de los ayuntamientos más importantes de la región están en sus manos.

Es cierto que extrapolando los resultados del 26J (23 escaños) al Parlamento gallego (75 escaños) el PP volvería a tener mayoría absoluta (con 39-40 escaños), por los 19-20 del PSOE y los 15-15 de En Marea. Pero en esa ecuación no aparecen ni el BNG, que sigue siendo fuerte en un par de provincias, ni Ciudadanos, que es una absoluta incógnita. Y no es lo mismo un mapa político con tres protagonistas que uno con cinco, que reduce mayorías y obliga a más pactos.

El enigma Feijóo

Pero este partido no se juega sólo a la izquierda. El líder absoluto de la política gallega es el PP, y ha dado muestras de fortaleza en la región al recuperar dos escaños entre el 20D y el 26J. Es cierto, no obstante, que el desgaste y la corrupción juegan en su contra y que también hay muchas incógnitas al otro lado ?medir la salud autonómica de En Marea, ver si el PSOE gallego supera su propia crisis, ver si Ciudadanos logra escaños-. Y por eso Galicia es un misterio.

Pero dentro de esa incógnita hay una aún mayor, y es el papel de Alberto Núñez Feijóo. Hasta no hace demasiado el presidente gallego era un valor en alza en el PP, llamado a suceder a Rajoy gracias a sus incuestionables victorias ?él recuperó Galicia-, su buena imagen y su perfil renovador. Hasta que llegó esa foto en la que aparecía tomando el sol en el yate de un conocido narcotraficante gallego.

Quienes ponían a Feijóo con pie y medio en Madrid detuvieron sus quinielas: en un contexto de corrupción generalizada en el partido, un candidato renovador no podía tener mancha semejante. A pesar de todo ello, Feijóo sorprendió cuando casi rompió a llorar en el último discurso sobre el estado de la Autonomía antes de las elecciones del 20D, algo que se entendió como una despedida emocionada previo salto a Madrid para pugnar por el sillón de un Rajoy amenazado

Pero Rajoy tiene más vidas políticas que un gato, y eso devuelve la situación a la paradoja de las paradojas: el éxito electoral del PP gallego en estas autonómicas sería un gran espaldarazo para que Rajoy se viera con más fuerzas para la investidura en Madrid. Dicho de otra forma, y siempre que Feijóo vuelva a ser candidato: la victoria del líder gallego podría apuntalar en el trono al presidente al que aspiraba a suceder.

Así las cosas, espadas en alto: Galicia es una enorme caja de sorpresas en la que el PSOE parece tener mucho que perder, Ciudadanos mucho que ganar y PP, En Marea y BNG pueden vivir un punto de inflexión definitivo para su futuro inmediato. Pero esto es Galicia, y ya se sabe que aquí todo depende.

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Comentarios 1

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Carmiña
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Muy bueno, aquí todo depende.

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