No lo tiene fácil Pedro Sánchez. En los mítines en Galicia y País Vasco clama por una alternativa 'a tres' en la que el PSOE se alíe con Podemos y Ciudadanos para desbancar, pero él mismo conoce la incompatibilidad absoluta entre sus dos pretendidos socios. Por eso, el socialista contempla una 'fórmula' con la que, aunque por un breve período de tiempo, las piezas encajarían.
Sabedor de la imposibilidad de contar con la aquiescencia de Albert Rivera para pactar con Pablo Iglesias, Sánchez ha llegado a la conclusión lógica de que esa alternativa sólo se puede apoyar en las fuerzas nacionalistas e independentistas del Congreso y por eso Ferraz, pese a la prohibición expresa del Comité Federal, estaría dando pasos en esa dirección.
Según informa el diario ABC, a los "contactos sustantivos" que Sánchez piensa mantener con Iglesias a partir de hoy se suma la labor de engarce que formaciones como IU y Compromís están dispuestas a hacer para convencer a las fuerzas nacionalistas e independentistas de la importancia de construir una alternativa a Rajoy más allá de sus reclamaciones soberanistas.
El plan de Sánchez pasaría por sumar los votos de Unidos Podemos a sus 85, añadiendo después los de fuerzas como el PNV o CDC. Un hito claro en este sentido se produjo con la larga charla que mantuvo el socialista con el portavoz catalán, Francesc Homs, y con el hecho de que éste último no haya pronunciado la exigencia de un referéndum en Cataluña al secretario general del PSOE durante sus intervenciones parlamentarias.
Como se apunta hoy desde La Vanguardia, los otrora convergentes estarían dispuestos a explorar un pacto con Sánchez aunque no haya consulta, ya que así taponarían la repetición del PP en Moncloa y cauterizarían una posible alianza de izquierdas en Cataluña que les dejase muy poco margen para maniobrar en la comunidad autónoma.
También como señala el diario catalán, ERC no podría quedarse fuera de un acuerdo en el que estuvieran el PNV y CDC, con lo que es posible que decidieran aparcar sus exigencias soberanistas y se sumaran a un frente 'anti-Rajoy' a partir del cual explorar posteriormente en sus peticiones territoriales.
Si estas piezas le encajan a Sánchez, pese al riesgo que implica postergar unas reclamaciones independentistas que requerirían ulteriormente una reforma constitucional que pasa obligadamente por el apoyo del PP, sólo quedaría una para completar el puzzle: la duración del Gobierno naciente.
Según señala igualmente ABC, Sánchez querría un Ejecutivo de breve duración, que le permitiese resarcirse del mal sabor de boca de su investidura en febrero y que desalojase al PP del poder tras su contundente mayoría absoluta de 2011. A partir de ahí, todo se improvisaría y la labor de Gobierno quedaría marcada por un continuo y caótico diálogo entre fuerzas como motriz de un Ejecutivo claramente parlamentario.
La cuestión principal para Sánchez es seguir ganando tiempo y contar con el beneplácito del Comité Federal del PSOE, el único órgano que puede disuadirle de estos movimientos. Para evitar que el Comité corte estos pasos, Sánchez y su equipo tienen una carta que creen que no puede fallar: consulta a las bases. Con todas estas piezas dispuestas en el tablero, Sánchez estaría dispuesto a intentarlo: el Rey no le podría decir que 'no'.