
Sin un liderazgo claro y aún en manos de la Gestora que preside Javier Fernández, el PSOE no tendrá nueva jefatura hasta que elija mediante primarias a su nuevo secretario general el próximo mes de mayo (la fecha no está cerrada aún). Pedro Sánchez, Patxi López y Susana Díaz optan por ahora a mandar en Ferraz, pero ¿y si el problema no fuera elegir entre esta triada sino que no se pueda elegir a un candidato alternativo? El problema son los avales. Un país parado por las primarias del PSOE.
A día de hoy, Sánchez sería el favorito para dirigir el partido del puño y la rosa. Según la encuesta elaborada por Sigma Dos que publicaba este lunes El Mundo, entre aquellos electores que optaron por el PSOE en las generales del 26J, Sánchez se impone con un 43,9% de los apoyos, seguido de López, con un 31,8%, y de Díaz, con un 18,6%. Por ahora, solo estos tres políticos han dado un paso adelante (bueno, de hecho Díaz no lo hizo aún, y parece esperar al 22 de marzo, segundo aniversario de su triunfo en las autonómicas de 2015, su primera cita con las urnas) y parece que solo ellos tienen opciones de conseguir los avales necesarios para optar al cargo. ¿Pero sería mejor para el socialismo si otro candidato fuera alternativa a esta terna?
A día de hoy, y tras un cambio en la Conferencia Política del PSOE de 2013 (antes hacía falta un 10%), hace falta lograr un 5% (11.000 firmas) de los apoyos de los 220.000 militantes del partido, una cifra muy alta para aquellos políticos que no cuentan con el apoyo de los medios de comunicación. Esta fase constituye así el primer examen interno de cara a las primarias.
Sin embargo, hay voces que reclaman una drástica reducción de estos avales. Víctor Gómez Frías -profesor titular en ParisTech y secretario de comunicación y formación del PSOE Europa entre 2012 y 2014- apuesta por reducir este guarismo a solo un 0,5%, de los militantes, es decir, apenas un millar largo de los carnés socialistas. "Los avales se presentarán de forma individual directamente ante la autoridad electoral correspondiente (electrónica o postalmente), que garantizará su secreto y se podrá avalar a más de un candidato", recalca Gómez Frías.
Esta reducción de requisitos podría haber impulsado la precandidatura de Ignacio Urquizu, diputado por Teruel, o de Nino Torre, el líder de Juventudes Socialistas. Ambos nombres sonaron como tapados en su día, pero lo cierto es que aspirar a liderar Ferraz se hace complicado si hay que tener 11.000 avalistas previos. Si a esto unimos que desde las federaciones territoriales también se presiona a los hipotéticos avalistas individuales para que opten por un voto orientado, las dificultades son mayores.
A pesar de los críticos con este sistema para apostar por liderazgos en el seno de los partidos, este método también ha hecho fortuna en la política española a efectos institucionales.
Por ejemplo, para presentar candidaturas en los generales, las agrupaciones de electores necesitan la firma del 1% de los inscritos en el censo de la circunscripción. "Los partidos, federaciones o coaliciones que no hubieran obtenido representación en ninguna de las Cámaras en la anterior convocatoria de elecciones necesitarán la firma, al menos, del 0,1% de los electores inscritos en el censo electoral de la circunscripción por la que pretendan su elección. Ningún elector podrá prestar su firma a más de una candidatura", según el artículo 169 de la LOREG. Del mismo modo, en las europeas se necesitan acreditar las firmas de 15.000 electores y hay situaciones análogas en autonómicas y municipales.