Roma, 28 dic (EFE).- La legislatura que concluyó hoy ha sido una de las más anómalas en la historia de Italia porque a pesar de la imposibilidad de formar un único Gobierno ha conseguido durar los 5 años estipulados, aunque con el cambio de tres primeros ministros.
Concentrados en estos cinco años se han vivido el ascenso y caída de una nueva figura política, Matteo Renzi, y la muerte política y "resurrección" de Silvio Berlusconi.
Ha significado además la entrada en el Parlamento por primera vez de los antisistema del Movimiento 5 Estrellas (M5S) como partido más votado, que ha ejercido una dura oposición y ahora esperan a ver cómo se traduce esto en las próximas elecciones.
Es difícil que las legislaturas en Italia duren cinco años: los juegos políticos o las exiguas mayorías han provocado siempre cambios de Gobierno o nuevas elecciones, pero esta vez la anomalía ha sido que el Partido Demócrata (PD) se ha complicado a sí mismo la vida en el Gobierno.
El 22 de marzo de 2013, el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, encargó al secretario del PD, Pier Luigi Bersani, intentar buscar una mayoría para formar un Gobierno, pero no lo consiguió.
Mientras tanto tampoco el Parlamento conseguía ponerse de acuerdo para elegir a una nuevo Jefe de Estado, por lo que por primera vez en la historia italiana se pidió a Napolitano que volviese a repetir en su cargo y fue reelegido el 20 de abril de 2013.
Napolitano retomó las riendas de un país que se encontraba completamente estancado y tras varias consultas eligió al miembro del PD Enrico Letta como hombre para buscar un consenso entre las fuerzas políticas y salir del atolladero.
El 30 de abril de 2013 el gobierno de Letta obtuvo la confianza gracias al apoyo del Pueblo de la Libertad (PDL), la coalición que lideraba Berlusconi.
La alianza con Berluconi duró poco y el 28 de septiembre, tras la decisión de Letta de aplazar un decreto que impedía el aumento del IVA del 21 % al 22 %, ordenó a todos sus ministros en el Ejecutivo que dimitiesen abriendo así la primera crisis de Gobierno.
La crisis provocó la ruptura del PDL y de Berlusconi con el que había sido indicado como su delfín, Angelino Alfano, que formó su propio grupo político y permitió la supervivencia del Gobierno de Letta.
El 27 de noviembre de 2013, el Senado aprobó que Silvio Berlusconi fuera expulsado al aplicarse la condena por fraude fiscal que le prohibía ejercer cualquier cargo público durante los siguientes seis años.
Pero para Letta el peligro no era Berlusconi, sino que estaba dentro de propio partido.
El 8 de diciembre un joven de 38 años, Matteo Renzi, alcalde de Florencia, se presenta a las primarias para ser secretario del PD y arrasa con el 67,8 % de los votos y comienza su asalto al poder.
Durante una asamblea del PD, Renzi consigue que sus correligionarios retiren la confianza a Letta como primer ministro, quien dimite el 14 de febrero de 2014, tras lo que Renzi se propone a Napolitano como nuevo primer ministro.
En su etapa como primer ministro, y en poco menos de dos años, Renzi consigue, entre otras cosas, sacar adelante la reforma laboral y aprobar las uniones civiles.
Con Berlusconi firma un pacto "secreto" para intentar sacar adelante algunos cambios como poner fin al bicameralismo perfecto (poderes similares para el Senado y la Cámara) y la nueva ley electoral, pero, al proponer a Sergio Mattarella como Jefe de Estado, acaba con la tregua y las reformas.
Tras el referéndum del 5 de diciembre de 2016, en el que su proyecto de reforma constitucional es rechazado por el 60 % de los votantes, Renzi presenta su dimisión, el partido se resquebraja y sus fundadores lo abandonan.
Se vuelve a buscar una figura capaz de establecer un consenso con las fuerzas centristas y Mattarella encuentra a Paolo Gentiloni, discreto pero eficaz para concluir la legislatura.
Con Gentiloni se consigue aprobar una nueva ley electoral para poder ir a los comicios del 4 de marzo de 2018 ante el problema creado tras el fallido referéndum y la ley del testamento vital.
La nueva ley electoral, según los analistas, tampoco garantizará la mayoría a ningún partido por lo que ya se piensa en que la nueva legislatura volverá a ser una fotocopia de la que concluyó hoy.
Por Cristina Cabrejas
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