Política

Sánchez-Torra: reunión o cara o cruz para el futuro de la política española

Madrid, 20 dic (EFE).- A nadie se le escapa la trascendencia del encuentro de hoy del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el del Govern, Quim Torra, y de varios ministros y consellers, en una cita aún sin formato cerrado y que puede contribuir a rebajar la tensión y alargar la legislatura o a precipitar las generales.

Y más aún cuando Sánchez ha anunciado que en enero presentará el proyecto de presupuestos generales del Estado (PGE) para 2019, que necesita el apoyo en el Congreso de los independentistas catalanes para que salgan adelante, de lo que depende en buena parte que haya o no un adelanto electoral.

De momento, algo se ha avanzado hoy en el camino hacia esa tramitación, porque ERC y PDeCAT votan este jueves a favor de la nueva senda de déficit presentada por el Gobierno en el Congreso, al contrario de lo que ocurrió en julio pasado.

Sánchez es consciente de que no puede contar con PP y Ciudadanos ni para aprobar los PGE ni en su apuesta por impulsar una solución "política" al tema catalán, porque los dos principales partidos de la oposición lo que quieren es que se aplique con urgencia y dureza el artículo 155 de la Constitución en Cataluña.

De ahí la importancia de la cita de esta tarde, que llega diez días después de que el Gobierno avisara a la Generalitat de que estaba dispuesto a enviar a la Policía a Cataluña si se repetían los sabotajes en carreteras como en el puente de la Constitución.

Una tensión creciente alimentada también por los preliminares del juicio a los políticos del "procés" y del llamamiento de los Comités de Defensa de la República (CDR) a colapsar Barcelona ante la llegada del Gobierno de Sánchez, que mañana celebrará en la Ciudad Condal la habitual reunión de los viernes del Consejo de Ministros.

El de mañana será el segundo encuentro del Consejo de Ministros fuera del perímetro del Palacio de la Moncloa, después del celebrado en Sevilla el 26 de octubre, y la idea de Sánchez desde el primer minuto fue reunirse con el presidente autonómico en un formato similar al de hace dos meses con Susana Díaz, algo que no gustaba al equipo de Torra.

La Generalitat trasladó al Ejecutivo central una propuesta de reunión entre presidentes, ampliada a algunos consellers y ministros, planteamiento rechazado en un primer momento por el Gobierno y aceptado en las últimas horas.

Un tira y afloja que ha durado semanas, ante los recelos y la desconfianza mutua, y que aún mantiene la incógnita de en qué formato se hará cuando faltan escasas horas para la reunión, prevista para esta tarde, en el Palacio de Pedralbes.

En el ámbito político se espera con expectación ese cara a cara de Sánchez y Torra para comprobar si ha servido de algo la política de distensión y "mano tendida" que ha querido aplicar el Gobierno socialista en estos meses o si se imponen las tensiones soberanistas.

Desde su llegada al Gobierno en junio pasado, Sánchez se ha empeñado en bajar la "inflamación" de la cuestión catalana ofreciendo diálogo, por ejemplo para negociar un nuevo Estatut, frente a las tesis independentistas que defienden que se pacte un referéndum de autodeterminación.

Con ese objetivo se celebró la primera reunión oficial entre Sánchez y Torra, el pasado 12 de julio en la Moncloa, y el posterior encuentro en Barcelona, el 1 de agosto, de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, que no se convocaba desde hacía años.

También en enmarca en ese objetivo el acuerdo del Gobierno de retirar varios de los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por Rajoy contra leyes autonómicas catalanas y la veintena de reuniones bilaterales entre ministros y consellers que se han producido en estos meses.

Entre estas últimas está la de la Junta de Seguridad de Cataluña, en la que el Gobierno y la Generalitat pactaron garantizar la neutralidad en el espacio público, según el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en medio de la polémica por la proliferación de lazos y cruces amarillas, incluso en las playas.

Pero el que fue interpretado como el mayor gesto del Ejecutivo de Sánchez en pro de la normalización de la situación, de la que siempre ha esperado una reciprocidad que no siempre ha encontrado, fue el cambio de criterio de la Abogacía del Estado de acusar a los presos soberanistas por sedición y malversación y no por rebelión.

Decisión que llevó poco después al cese del jefe del departamento Penal y responsable de dirigir la acusación del Gobierno en la causa del proceso soberanista de Cataluña, Edmundo Bal, por pérdida de confianza.

Sea como sea, la consellera y portavoz del Govern, Elsa Aratadi, se ha encargado hoy de echar un jarro de agua fría sobre las expectativas de la reunión de hoy al señalar que no cree que el Gobierno presente una propuesta para Cataluña ni que pueda haber ningún acuerdo: "No creo que estemos en este escenario, estamos mucho más atrás", ha subrayado.

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