La población microbiana del intestino está alterada en los pacientes con VIH, según un estudio internacional. Ciertas bacterias que debilitan la mucosa y el sistema inmunitario se encuentran en mayor proporción en seropositivos lo cual empeora su evolución.
Trillones de microorganismos pueblan el tracto intestinal de los seres humanos y cada vez hay más evidencias de que influyen poderosamente en la salud.
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EEUU) ha observado que en los pacientes con VIH la flora intestinal se ve alterada y que esto empeora la situación del paciente.
"Se puede imaginar como si el virus reclutara bacterias malas para que le ayude a dividirse y expandirse por el cuerpo para causar la enfermedad", explica Joseph Mike McCune, uno de los autores del estudio, que ha sido publicado hoy en Science Translational Medicine.
La infección por VIH se asocia con una debilitación de la barrera intestinal. De esta forma, productos microbianos que estimulan al sistema inmunitario cruzan al torrente sanguíneo, lo que provoca una inflamación crónica que desemboca en el SIDA. "Hemos observado que la infección por VIH perturba el ecosistema del intestino y favorece que proliferen ciertas bacterias que benefician al virus y contribuyen a la progresión de la enfermedad", explica McCune.
Incluso cuando los pacientes analizados habían sido tratados con terapia antirretroviral, la composición de la microbiota del intestino era diferente a la de individuos sanos.
Además, los tipos de microbios que incrementaron su presencia "parecen estar fuertemente relacionados con el grado de progreso de la enfermedad de los pacientes", subraya el científico.
Terapia alternativa
Los investigadores sugieren la posibilidad de combatir esta alteración mediante una recolonización apropiada de la flora intestinal, que se podría combinar con un ataque a las bacterias malignas con antibióticos.
"Estas estrategias terapéuticas pueden tener implicaciones significativas en la calidad y la duración de la vida de los pacientes, aunque aún son descubrimientos tempranos y se necesitan análisis clínicos para determinar la efectividad de estas actuaciones", indica el investigador.
Para sorpresa de los científicos, el análisis de un paciente que llevaba 21 años siendo tratado con antirretrovirales, y cuya enfermedad estaba controlada, resultó normal, es decir, tenía una microbiota similar a las personas sanas. Este caso abre las puertas, según los autores, a la "interesante posibilidad de que el no-progreso de la enfermedad esté asociado a una estabilidad del microbioma del huésped".