Sociedad

El suelo incendiado resiste mejor la biodegradación y reduce las emisiones de co2

MADRID, 26 (SERVIMEDIA)

La materia orgánica de los suelos afectados por el fuego se vuelve más resistente a la biodegradación, lo que a largo plazo podría contribuir al aumento del contenido de carbono almacenado sobre tierra y a la reducción de las emisiones de carbono a la atmósfera.

Ésta es la principal conclusión de un estudio liderado por científicos españoles y publicado en la revista 'Journal of Environmental Management'. Los investigadores estudiaron el efecto de los incendios forestales sobre la materia orgánica del suelo utilizando por primera vez la espectrometría de masas de ultra-alta definición. El suelo es, junto con el océano, el mayor almacén de carbono del planeta.

Esta técnica permitió analizar con gran detalle la composición molecular de la materia orgánica del suelo y distinguir hasta 7.500 compuestos de muy diferente origen y estructura. Los resultados confirman que uno de los efectos de los incendios es que se incrementa la complejidad de la estructura de la materia orgánica, lo que puede traducirse en una mayor resistencia frente a la biodegradación.

En el estudio se compararon zonas inalteradas de pinares y alcornocales del Parque Nacional de Doñana con otras afectadas por incendios para caracterizar la estructura molecular de la materia orgánica de los suelos e identificar los cambios producidos por el fuego.

En los suelos forestales normalmente se acumula mucha materia orgánica y se establece un equilibrio entre la que produce la vegetación a partir del dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera (organismos autótrofos) y la que se va degradando por la actividad de los organismos del suelo (heterótrofos), que se libera a la atmósfera en forma de CO2.

Durante un incendio forestal, el suelo puede alcanzar elevadas temperaturas y su materia orgánica se altera con respecto a su estructura original, lo que puede dificultar su posterior degradación por parte de los microorganismos.

Con el empleo de esta técnica de alta resolución, conocida como espectrometría de masas de resonancia ciclotrónica de iones con transformada de Fourier (FTICRMS), se ha podido comparar muy detalladamente el efecto de un incendio forestal en los diferentes microcompartimentos del suelo.

"Con la espectrometría FTICRMS obtenemos datos de varios miles de moléculas frente al escaso centenar de compuestos que logramos analizar con técnicas tradicionales como la degradación química o la pirólisis analítica", explica Gonzalo Almendros, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN).

FRACCIÓN GRUESA Y FINA

Nicasio Tomás Jiménez Morillo, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC), apunta que, "debido a la gran cantidad de moléculas que se identifican, hemos desarrollado algoritmos que permiten agruparlas en familias según su origen natural, como por ejemplo derivados de proteínas, hidratos de carbono, grasas, o biomasa transformada en carbón vegetal". "Podemos cuantificar mucho más rápidamente los cambios que ha experimentado un suelo por efecto del fuego", añade.

Los incendios alteran química y biológicamente la materia orgánica del suelo, pero no de manera homogénea, de forma que el efecto del fuego varía en función de factores como la profundidad y el tamaño de las partículas que lo forman.

La fracción gruesa de los suelos estudiados estaba constituida mayoritariamente por compuestos de tipo fenólico, lo que se corresponde con restos vegetales poco transformados, mientras que en la fracción fina se acumulaban preferentemente compuestos con fórmulas típicas de derivados de proteínas y grasas, lo que se corresponde con una materia orgánica más transformada por procesos microbianos.

Según Almendros, en los suelos afectados por el fuego esta distribución se modifica, de forma que las fracciones gruesas presentan una proporción relativamente alta de compuestos derivados del benceno condensados entre sí, mientras que en las fracciones finas se encontraron dos familias químicas diferenciadas que apuntan a la acumulación en el suelo de dos formas diferentes de carbono: una de origen microbiano, con derivados de lípidos y compuestos nitrogenados, y otra pirogénica secundaria o térmicamente alterada, con predominio de derivados del benceno.

"Este tipo de compuestos no sólo sobreviven en el suelo y se concentran tras el incendio, sino que son resistentes a la posterior biodegradación con lo que su carbono -como en el caso de materia orgánica fósil- ya no se intercambia activamente con el de la atmósfera", concluye Almendros.

(SERVIMEDIA)

26-NOV-18

MGR/gja

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