Ana Julia Quezada, detenida el domingo cuando transportaba en el coche que conducía el cuerpo de Gabriel, ha confesado que mató al niño desaparecido en Níjar (Almería) después de una discusión: le dio un un golpe en la cabeza con la parte plana de un hacha y le asfixió, ha contado entre lágrimas a la Guardia Civil.
Según fuentes de la investigación, Ana Julia, de 43 años y origen dominicano, se ha derrumbado este martes y ha confesado que salió de casa de la abuela de Gabriel poco después del niño, que le dijo que le acompañara a la finca de Rodalquilar y que allí discutieron y le asestó el golpe con el hacha que le dejó sin conocimiento. Asustada, dice, le cortó la respiración. Otras fuentes aseguran que Ana Julia ha confesado que el menor intentó agredirla primero.
Una vez muerto, desnudó el cuerpo del niño y lo enterró cerca de la alberca. La ropa la tiró a un contenedor lejano donde hoy la han encontrado los agentes.
La detenida ha contado esta versión después de llevar 48 horas sin decir una palabra a los investigadores y se ha mostrado colaborativa, por lo que los agentes le han llevado de nuevo a la finca para hacer otra reconstrucción de los hechos, lugar en el que ha permanecido en torno a una hora.
La investigación se centra en tres focos a resolver: las circunstancias de la muerte, si la autora confesa actuó sola y dónde ocultó su ropa y el cuerpo durante los días de búsqueda. Los restos fueron hallados en el maletero del coche que conducía 12 días después de la desaparición y la autopsia preliminar reveló que Gabriel, despedido hoy en un multitudinario funeral, murió el mismo día que desapareció.
De momento, el cuerpo de Gabriel no podrá ser incinerado por orden del juez que instruye el caso para favorecer la investigación por si pudiera aportar más pruebas o fuera necesaria una segunda autopsia.
Sospechosa y de pasado turbio
Ana Julia fue sospechosa en la investigación casi desde los primeros momentos. Fue ella la que acudió a los agentes con la única prueba encontrada durante las batidas en las que se buscaban pistas sobre Gabriel. Presentó una camiseta interior que elevó las sospechas sobre la novia del padre por el estado de la prenda, muy limpia para las condiciones climáticas de ese momento. Su sobreactuación también marcó la dirección de las averiguaciones.
Los padres de Gabriel también sospecharon de ella, sobre todo en los últimos días pero la Guardia Civil les pidió discreción para facilitar el avance del caso. Tras seguirla el domingo, Ana Julia fue vista sacando el cuerpo de Gabriel del pseudo pozo donde le había escondido y trasladándolo en coche hacia el aparcamiento de la vivienda del padre en Vícar. Fue entonces cuando se procedió a su detención.
Desde entonces, varias informaciones han dibujado un complejo perfil de la autora confesa de la muerte de Gabriel. Ana Julia es la madre de una niña de cuatro años que murió en Burgos en 1996 tras caer por una ventana a un patio interior, un caso cerrado entonces que ahora vuelve a revisarse. Además, la hija de una expareja de esta mujer ha declarado que vació las cuentas de su padre enfermo mientras éste estaba ingresado y que le tuvo en casa un día tras darle una trombosis sin llamar a la ambulancia.
Ana Julia, nacida en República Dominicana, llegó a España en 1991 con 21 años dejando atrás a una hija fruto de una relación de adolescencia y que no trajo a España hasta 1995, cuando tenía tres años. Vivió en Burgos hasta 2014, cuando se trasladó a Almería, a las Negras concretamente, con su pareja de entonces. En España tuvo una hija, aún cuando su primogénita seguía en República Dominicana, que tiene ahora 24 años y que vive con su padre en tierras burgalesas, el hombre que conoció a Ana Julia en un club de alterne.
Con el padre de Gabriel llevaba en torno a año y medio y se conoce por fuentes próximas a la familia que la relación con Gabriel no era buena. La investigación baraja dos hipótesis de móvil: el económico -habría insistido al padre de Gabriel con que ofreciera dinero por su rescate- y el de los celos -que serían provocados por el cariño que padre e hijo se tenían mutuamente y por la buena relación entre los padres de Gabriel, separados.