El Banco de Inglaterra (BoE) no quiere quemar el motor por pasarse de aceleración. Este jueves, su Comité de Política Monetaria ha decidido subir los tipos de interés en 50 puntos básicos hasta el 3,5%, el máximo desde octubre de 2008. La decisión deja en un hecho casi aislado el alza de 75 puntos básicos decretada en noviembre, que fue la más alta de una tacada desde 1989.
Cuando las voces del mercado especulaban con cuáles podían ser los eventos perturbadores para la bolsa durante el segundo semestre sonaban eventos como elecciones en Latinoamérica o la crisis energética en Europa pero ninguna posicionaba al Reino Unido como el principal elemento disruptivo.
Las políticas implementadas durante la crisis del covid han sido como una suerte de experimento que ha servido para demostrar que en esta vida nada es gratis. Parafraseando a Mark Twain, los rumores sobre la muerte de la inflación habían sido exagerados. La puesta en marcha de políticas fiscales ultra-expansivas, financiadas por unos bancos centrales que hundieron los tipos de interés y se lanzaron a comprar toda la deuda que los gobiernos emitían para disparar su gasto público muestra ahora su coste. La inflación ha vuelto a la vida y lo ha hecho con la mayor fuerza en 50 años.
Una destitución, un paso atrás en el nuevo plan fiscal para el Reino Unido y un programa de compra de emergencia de deuda han sido necesarios para templar el ánimo de los inversores. El mercado ya descuenta que el Banco de Inglaterra (BoE) no se verá obligado a acelerar su subida de tipos de interés ante una situación descontrolada en la economía del país.
Ante la más mínima incertidumbre económica, siempre vuelven las mismas cuatro cifras: 2008. Es el año maldito en el que la gran crisis financiera se convirtió en la gran lengua de fuego que abrasó al mundo. La delicada situación actual, con desajustes derivados de la pandemia y de una guerra en Ucrania que ya supera los seis meses, hace que los analistas recuperen esa fecha para avisar de lo que puede pasar. Esta vez han sido los estrategas de Bank of America (BofA) los que han puesto la chincheta en el corcho: si los bancos centrales fallan, estaremos ante otro 'momento Bear Stearns'.
Los inversores siguen mirando con atención a los bonos británicos de largo plazo. Esta semana es clave porque el viernes, 14 de octubre, finaliza el programa de emergencia del Banco de Inglaterra (BoE). Y a falta de muy poco para concluir el plan, el mercado no se puede dar por estabilizado. No solo eso, sino que las perspectivas son preocupantes y nada hace presagiar que se vayan a contener las caídas.
El Banco de Inglaterra (BoE) va viviendo al día, como si se tratara de un estudiante de intercambio en el londinense barrio de Camden Town. El responsable de la política monetaria del Reino Unido se ofrece ahora a comprar bonos estatales ligados a la inflación en la que es la tercera intervención en el mercado de renta fija del BoE en menos de quince días.
Aunque es el mercado laboral de EEUU el que concita las miradas de los mercados, el de Reino Unido sigue desafiando los manuales teóricos. Las cifras de desempleo hasta agosto dejan conclusiones demoledoras, como que no abandonaba tanta gente el mercado laboral en un período de tres meses desde hace más de medio siglo. El 'vórtice' generado durante la pandemia no da tregua.
El Banco de Inglaterra (BoE) redobla sus esfuerzos para calmar al mercado y ha decidido aumentar hasta los 10.000 millones de libras diarias (hasta el 14 de octubre) su tope para comprar bonos a largo plazo del Reino Unido. Una medida con la que la institución pretende "restaurar" la normalidad del mercado de renta fija en el país y evitar el colapso de los fondos de pensiones privados.
Tras el tibio comunicado de este lunes una vez el mercado pedía al Banco de Inglaterra (BoE) actuar dada cuenta del desplome de la libra y los bonos, el organismo ha protagonizado este miércoles un importante 'volantazo' al anunciar que, con carácter de emergencia y buscando calmar al mercado, realizará de forma temporal las compras de gilts (bonos soberanos del Reino Unido) de larga duración que sean necesarias, retrasando asimismolas ventas planificadas de deuda. Pega de este modo el banco central un giro de 180 grados en el proceso de ajuste cuantitativo (QT) decidido hace meses en el marco del endurecimiento que vienen protagonizando la mayor parte de institutos monetarios del mundo.
Cuando la libra se desplomaba el lunes, algunas voces instaron al Banco de Inglaterra (BoE) a seguir los pasos del de Japón (BoJ) con su reciente intervención en el mercado de divisas por el descalabro sin paliativos del yen. La situación difiere en los dos países más allá de la caída de sus monedas y el organismo británico no tiene el mejor 'ancho de vía' para transitar por ese camino. Sin embargo, la comparativa con el banco central nipón ha vuelto a surgir tras el movimiento de emergencia del BoE esta semana, interviniendo en el mercado de bonos con el anuncio de más compras. Diversos analistas ven en este movimiento un 'discreto' control de la curva de tipos.
En una escena de épocas lejanas en una economía avanzada, tanto el gobierno británico como el Banco de Inglaterra (BoE) tuvieron que salir este lunes a la palestra para, como mínimo, pronunciarse sobre el desplome de la libra. Aunque las declaraciones fueron escuetas y no profundizaron mucho en el problema, el síntoma es preocupante. Pese a que la comparativa con los países emergentes pueda sorprender al tratarse de Reino Unido, el desplome del 20% en lo que va de año de la libra ha despertado las alarmas y se antoja difícil que las autoridades no tengan que tomar algún tipo de medida. Pese a que hay diferencias con el caso de Japón y el yen, el mercado está 'pidiendo' algún tipo de intervención.
El dólar lleva todo el año martilleando al resto de las grandes divisas del mercado hasta el punto de alcanzar la paridad en casos como el euro. Sin embargo, en el caso de la libra esterlina, no se puede achacar toda la culpa al impulso dado por la Reserva Federalde Estados Unidos al precio del dinero en el país, aunque su subida de tipos de interés esté marcando el ritmo este 2022.
Los analistas creen que hacen falta medidas excepcionales para contener la hemorragia que ha sucedido después de los presupuestos de Liz Truss en Reino Unido. En ese sentido, los analistas de Deutsche Bank, según recoge Bloomberg, han pedido que el Banco de Inglaterra se reúna de forma urgente y vuelva a subir los tipos de interés la propia semana después de haberlo hecho ya este jueves en medio punto.
Con menos foco mediático que el de la eurozona o el estadounidense, el mercado laboral británico está dejando titulares tan aleccionadores sobre la resaca pandémica como preocupantes para su economía. Las anomalías causadas por el covid han dejado un mercado de trabajo tan tenso que su tasa de paro es la más baja en 48 años. Los británicos no vuelven al mercado laboral pese al acuciante coste de la vida y la razón principal es que la fuerza laboral sigue siendo estrecha tras la crisis sanitaria. La constatación del fenómeno se ve en unos salarios que siguen avanzando con fuerza, complicando la vida al Banco de Inglaterra (BoE) y al gobierno que acaba de estrenar la conservadora Liz Truss.
Ha llegado el momento de pasar el testigo. El Banco Central Europeo ya ha realizado su movimiento de tipos al alza y ahora la atención pasa al Reino Unido y a Estados Unidos. Y principalmente a este último.
La inflación en Estados Unidos ya ha tocado techo, o al menos esa ha sido la conclusión que muchos economistas y analistas han sacado tras conocerse la semana pasada el índice de precios al consumo (IPC) de julio del país norteamericano. Sin embargo, la situación a este lado del Atlántico es muy diferente: más de la mitad de los países de la Unión Europea (UE) registran un IPC anual a doble dígito y los expertos aseguran que la inflación en el Viejo Continente está lejos de enfriarse. La fuerte subida de los precios afecta directamente a las familias, lo que previsiblemente lastrará el consumo y, por tanto, al devenir económico de toda la región. Cada vez son más las voces que auguran una pronta y dura recesión como consecuencia de la elevada inflación (y el endurecimiento monetario para hacerle frente). De hecho, la economía de la eurozona ya ha comenzado a contraerse.
El Banco de Inglaterra (BoE) ha cumplido con el guion esperado por los analistas para mover los tipos de interés, pero ha sorprendido con sus lúgubres previsiones. Su Comité de Política Monetaria (MPC, en inglés) ha decidido este jueves elevar el precio del dinero en 50 puntos básicos, desde el 1,25% en el que se encontraban hasta el 1,75%, el nivel más alto desde finales de 2008. El BoE no incrementaba los tipos en esta medida desde 1995. De hecho, se trata del aumento más fuerte desde que la institución se desvinculó del Gobierno británico a finales del siglo XX. El organismo monetario ha 'pisado el acelerador' ante la creciente inflación: los precios en Reino Unido ya está subiendo a un ritmo no visto en décadas (al igual que en otros países, España entre ellos). Y el BoE espera que las presiones inflacionistas continúen por encima del 13%, llevando a la economía británica a una larga recesión que comenzará antes de que termine el año.
El proceso de endurecimiento de la política monetaria continúa, prácticamente en todos los lugares del planeta. Salvo un puñado de economías, como China, los bancos centrales siguen subiendo tipos, y hoy ha llegado el turno al Reino Unido.
El mundo deja atrás su era de tipos cero. 2022 está siendo un claro punto de inflexión en el que la gran mayoría de países y regiones está recurriendo a las subidas de los tipos de interés para contrarrestar los efectos de una elevada inflación. Este endurecimiento de la política monetaria que recorre el planeta está provocando una reacción en cadena de la mayoría de bancos centrales. Bloombergcalcula que 60 entidades ya han subido los tipos este año. Y lo que queda...
Los tipos de interés están en su nivel más alto desde hace una década. Las cuotas hipotecarias se disparan. El dinero es cada vez más caro, y eso sólo va a empeorar la crisis del coste de la vida. Siguiendo la cobertura de la decisión del Banco de Inglaterra de subir los tipos de interés, se podría perdonar que se pensara que había tomado una decisión de castigo. Excepto que, agárrense. lo que realmente cuenta es el tipo de interés real. Y nunca ha sido más bajo, lo que significa que deberíamos esperar ver las locas burbujas que siempre crea la política monetaria ultra-relajada.
Los bancos centrales no dejan de mirar de reojo a los sueldos. La alta y persistente inflación creada por los desajustes de la pandemia que ellos creían transitoria amenaza con contagiarse a los salarios entrando en lo que se conoce como una espiral salarios-precios. Los trabajadores ven cómo progresivamente pierden poder adquisitivo y exigen subidas salariales. Su capacidad de negociación, además, se ha visto incrementada por lo tensionados que ha dejado el covid los mercados laborales. El desempleo vuelve a mínimos, la fuerza laboral no se recupera por completo y la escasez de trabajadores ya es notoria en algunas economías y sectores. Estas revisiones salariales solo llevarían aún más al alza la inflación, como ocurrió en los años 70. Parece el caldo de cultivo perfecto para que se produzca esta espiral tras una década de salarios estancados y una tenue inflación.
La inflación "no ha desaparecido" y "no es algo que vaya a dejarnos el año que viene". Así de tajante se mostró Alessandro Tentori, director de inversiones (o CIO) de la gestora AXA IM en Italia, en su entrevista telemática del pasado viernes con elEconomista.es. Esto es, solo un día después de que tuviera lugar la última reunión del Banco Central Europeo (BCE) del año, así como de otras grandes entidades monetarias.
Las consecuencias para la economía del Reino Unido de una de las peores escaseces de mano de obra entre las naciones ricas empiezan a ser palpables. No faltan los testimonios de empresarios que buscan personal y no lo encuentran o se topan con candidatos que piden más salario y que incluso sopesan entre varias ofertas.
Financial Times (Reino Unido)Los economistas y operadores del mercado financiero prevén que la mayoría de los miembros del Comité de Política Monetaria (MPC) del Banco de Inglaterra decidan en su reunión del 16 de diciembre que necesitan más tiempo para evaluar las implicaciones de la variante Ómicron del coronavirus y mantengan los tipos en el mínimo histórico del 0,1 por ciento. El pasado mes de noviembre, el banco central británico sorprendió a los mercados al mantener sin variación los tipos, a pesar de la subida de los precios de los bienes y servicios. Aunque existe cierto grado de incertidumbre sobre su respuesta a la nueva cepa, la mayoría de los analistas piensan que mantendrá la misma línea incluso si, como se teme, la nueva variante aumenta las presiones inflacionistas.12/11 | El Economista
elEconomista.es
Para sacar el máximo partido a la recuperación y favorecer la creación de empleo, la Fed, el BCE o el BoE mantienen el tono expansivo de sus políticas monetarias (tipos bajos y compras de activos) pese a que los precios están subiendo a ritmos no vistos en las últimas décadas. La banca central está apostándolo todo a una inflación transitoria que supuestamente perderá impulso a lo largo de 2022. Esta combinación (tipos bajos y alta inflación) ha llevado a que la brecha negativa entre los tipos de interés y la inflación (tipos de interés reales) toque máximos de 60 años en EEUU, mientras que en la Eurozona nunca había sido tan amplia en sus 22 años de vida.
En la sala de operaciones y todavía con bisturí en mano, los principales banqueros del mundo iniciaban esta semana una delicada cirugía. Con mucho ojo clínico y la lección aprendida, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, detallaba el procedimiento a través del cual la economía de Estados Unidos comenzará progresivamente a respirar por sí sola a partir de finales de este mismo mes. Para entonces, el volumen de oxígeno en forma de compras de bonos del Tesoro y activos respaldados por hipotecas se reducirá en 15.000 millones de dólares. En diciembre, lo hará de nuevo por la misma cantidad. Todo ello sin enervar a los mercados pese a la calentura que todavía provoca la inflación.
Los grandes bancos centrales del mundo han comenzado a endurecer su política monetaria y a poner fechas relativamente concretas a las primeras subidas de tipos de interés. La excepción vuelve a encontrarse en la Eurozona y Japón, cuyos bancos centrales prefieren esperar a que haya más claridad, no para poner fechas, sino para empezar a hablar de subidas de tipos. En el caso del Banco Central Europeo (BCE), la nueva estrategia monetaria incluye tres condiciones que se deben cumplir antes de que se produzca la primera subida de tipos en la zona euro, unos requisitos que no se alcanzarán mientras que el BCE siga defendiendo la transitoriedad de la inflación.