Pilotar el aterrizaje de la economía de EEUU era una misión compleja. Durante la crisis del covid, la Fed y el Gobierno llenaron el depósito del avión (economía) con una mezcla de combustibles que nunca antes se había probado (billones de estímulos fiscales y monetarios combinados). El avión cogió tanta velocidad en tan poco tiempo que terminó sobrecalentándose. Al final, la Fed tuvo que tirar del freno de mano (subidas de tipos sin precedentes y retirada de estímulos), provocando una rápida pérdida de altura, que ahora podría terminar en accidente. En Europa, aunque la situación no es exactamente igual, pero el riesgo parece similar, según los expertos de JP Morgan.
Este viernes se ha cumplido el 15 aniversario de la caída de Bear Stearns. En su página web presumía de que durante los 83 años de existencia había obtenido beneficios de manera ininterrumpida. Pero su valor cayó el 90 por ciento en un sólo día, el 17 de marzo de 2008, a causa de una apuesta bajista contra él de JP Morgan.
Las bolsas occidentales querían acabar la semana con buen sabor de boca, pero la banca no se lo ha permitido. Más en concreto, Credit Suisse, que vuelve a estar en el epicentro del 'terremoto' con un nuevo desplome de sus acciones. El temor a una nueva crisis financiera no se disipa en ninguno de los dos lados del Atlántico. En consecuencia, y pese a un comienzo de la sesión claramente positivo en el Viejo Continente, las ventas se han impuesto y los principales selectivos registran caídas superiores al punto porcentual. Las pérdidas son menos acusadas que en las pasadas jornadas, pero en el caso del mercado español son más que suficientes para arrojar el peor balance semanal desde febrero de 2022: el Ibex 35 ha bajado un 5,81% desde el pasado viernes y ha caído bajo los 8.800 puntos.
Los bancos de Estados Unidos pidieron prestado 164.800 millones de dólares a la Reserva Federal esta semana, una señal de las crecientes tensiones de financiación tras la quiebra de Silicon Valley Bank.
Independientemente de lo que hagan los bancos centrales, un nuevo ajuste crediticio llegará por sí solo y no necesitará de la intervención de la política monetaria. De ello se encargarán las últimas quiebras bancarias y la situación crítica de Credit Suisse. Con este panorama llegan los funcionarios a sus próximas reuniones, mañana la del Banco Central Europeo (BCE) y la semana que viene la de la Reserva Federal (Fed). En esta ocasión, el contexto asegura un poco más de restricción, se suban o no los tipos de interés y esto se haga a mayor o menor escala.
Jérémie Boudinet, responsable de crédito de grado de inversión de La Française AM, analiza el origen de la crisis originada por la quiebra de SVB, el riesgo de contagio a Europa, la situación de bancos en el ojo del huracán, cómo está afectando al mercado y el futuro de la banca en la sombra.
La inflación en EEUU se ha relajado hasta el 6% en el mes de febrero. Los analistas consultados por Bloomberg esperaban que el IPC estadounidense se moderase hasta la zona del 6%, cuatro décimas por debajo del dato de enero. La mensual también ha perdido algo de ritmo y ha caído hasta la zona del 0,4% (frente al 0,5%), mientras que la inflación subyacente se ha establecido en el 5,5% interanual, una décima por debajo de la última referencia.
Lunes de duras pérdidas en las bolsas de Europa. Los inversores han seguido deshaciendo posiciones en la renta variable en el inicio de esta nueva semana. Al contrario de lo que daban a entender los futuros a primera hora, los índices principales del Viejo Continente ya comenzaron el día en negativo. Y, según avanzaron las manecillas del reloj, las caídas fueron a más llegando incluso a superar el 4%. El EuroStoxx 50 ha visto muy de cerca los 4.000 puntos, aunque ha terminado cerca de los 4.100. El Ibex 35 español, por su parte, ha firmado su peor día desde el pasado junio. Si el viernes terminó sobre los 9.200 enteros, hoy se ha colocado incluso bajo las 9.000 unidades. Al cierre de la sesión, el índice se ha situado en los 8.958 puntos tras caer un 3,51%. Ambos selectivos han cedido sus respectivos soportes, según el análisis técnico de Joan Cabrero, asesor de Ecotrader.
Las expectativas son una herramienta clave para los bancos centrales a la hora de diseñar su política monetaria. Y desde el pasado viernes las proyecciones del mercado han dado un vuelco que apuntan más a una pausa en el camino de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco Central Europeo que de una continuidad en las alzas de tipos de interés que se han visto desde junio del año pasado.
La caída de SVB ha revivido al fantasma de Lehman Brothers. La primera pregunta que se plantean los inversores tras otro lunes negro en los parqués es si la quiebra del banco californiano puede desatar una crisis como la que se produjo en 2008. Los expertos consultados por elEconomista.es creen, de manera unánime, que aunque ambos bancos han sido intervenidos y tienen problemas de liquidez... las similitudes terminan ahí.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, inquietó esta semana a los inversores al mostrarse preocupado por la persistencia de la alta inflación, y abrir la puerta a usar todo instrumento a su alcance para bajar el IPC. Ahora bien, la situación está lejos de ser más fácil al otro lado del Atlántico. Muy al contrario, la expectativa de inflación que el mercado baraja para la eurozona es idéntica a la de EEUU, situada en ambos casos en un aún preocupante 2,6% para los próximos cinco años. Una coincidencia así implica un hecho por completo excepcional, que no se repetía desde 2008, y que pone de manifiesto las dificultades a las que aún están abocados el BCE y la Fed, capaces de obligarlos a mantener los tipos en altos niveles durante más tiempo e incluso a seguir subiéndolos.
Wall Street ya no tiene dudas, los próximos pasos de la Fed son ahora un misterio. Los mercados llevaban meses rumiando la idea de que Jerome Powell se saltaría su hoja de ruta marcada en diciembre para ir más allá en el endurecimiento de los tipos para contener a la inflación. El propio presidente confirmó que esta es la opción principal ahora mismo en su última intervención ante el Congreso. Durante el acto afirmó que "es probable que el nivel final de los tipos de interés sea más alto de lo anticipado anteriormente" dada la fortaleza de la economía de EEUU. Ahora, con el 'dot plot' en un segundo plano, los expertos se han lanzado a intentar anticiparse a la gran pregunta: ¿qué hará la Fed?
A punto de cumplirse un año del día fatídico para la renta variable en 2022, el pasado 8 de marzo, el comportamiento de las bolsas europea y estadounidense no podría ser más dispar. Mientras el EuroStoxx repunta un 21% desde entonces, y recupera el nivel previo a la guerra de Ucrania, el S&P todavía pierde un 4%. Los analistas no se ponen de acuerdo sobre si esta ventaja a favor del Viejo Continente será duradera, pero sí resulta claro que EEUU presenta debilidades que obligan a ser prudente a la hora de invertir en él. Es el caso de los resultados de la lucha contra la alta inflación. El BCE no puede dar por ganada esa batalla, pero el horizonte es aún más complejo para la Fed tras comprobarse que el IPC de enero superó ampliamente el 6,2% que los analistas esperaban.
Las perspectivas de subidas de tipos en Estados Unidos han dado un vuelco en el mes de febrero. A finales del primer mes del año los mercados no parecían creerse el mensaje agresivo que estaba lanzando la Reserva Federal. Los futuros sobre el precio del dinero en el país descontaban el techo de tipos en el 4,75% este año y, desde ese nivel, dos recortes de 25 puntos básicos por parte de la Fed antes de que terminase el ejercicio.
La teoría del 'no aterrizaje' de la economía está cobrando forma en EEUU y en Europa puede estar pasando lo mismo. Los últimos datos macro siguen confirmando el viraje de las expectativas. Cuando los bancos centrales empezaron a subir tipos para domeñar la inflación tras la pandemia, se aguardaba un 'aterrizaje brusco' de la economía, con la recesión llamando a las puertas. La fortaleza de los datos y los indicios de desinflación trajeron la idea del 'aterrizaje suave': todo bajo control y sin daños severos para el crecimiento. Ahora la lectura es otra: las subidas de tipos no aplastan el crecimiento de momento y la inflación sigue lejos de estar dominada.
No es necesario centrarse únicamente en las colas a las puertas del Banco de España para darse cuenta de que los inversores han vuelto a ver el atractivo en la renta fija después de un 2022 para borrar del registro. La rápida subida de tipos de interés en las principales economías del globo permitió levantar las expectativas en la deuda soberana al igual que lo hizo su rentabilidad a vencimiento, que no es capaz por el momento de paliar el efecto de la inflación en geografías como la eurozona por el momento.
Ya pasaron casi dos años desde que comenzó el brote de inflación actual y el concepto de "inflación transitoria" vuelve a escena ahora que empiezan a disiparse los shocks de oferta relacionados con el COVID. Esto se produce en un momento en que resulta fundamentalmente importante mantener la mente abierta respecto de la trayectoria de la inflación, evitando, inclusive, una postura transitoria excesivamente simplista que corre el riesgo de ocultar los verdaderos problemas que enfrenta la economía de Estados Unidos.
Michael Burry movió sutilmente una pieza en el ajedrezfinanciero. Y es que en su cuenta de Twitter recientemente escribió una sola palabra: 'sell' (vender, en su traducción). ¿Qué nos querrá decir este inversor, conocido por predecir la crisis financiera de 2008?
Hace apenas tres meses, los inversores exigían un plus de casi dos puntos más de rentabilidad por comprar un bono estadounidense a 10 años (T-Note) frente a la que pedían a la deuda homóloga alemana (Bund). Esta diferencia ocurría mientras los tipos de interés oficiales en EEUU se situaban en la horquilla del 3,75-4% y en la eurozona, en el 1,50%, es decir, a 2,25 puntos porcentuales de distancia. La brecha en la deuda de ambos países se ha reducido, sobre todo en los últimos días. Ahora es de 1,2 puntos porcentuales, la menor vista en los últimos 27 meses, adelantando que el precio del dinero se acercará en ambas regiones.
Llega la primera cita en el calendario de 2023 de los dos grandes bancos centrales: la Reserva Federal estadounidense (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE). El primero anunciará sus decisiones de política monetaria el miércoles y el organismo presidido por Christine Lagarde se reunirá el jueves. Una nueva subida en los tipos de interés protagonizará ambas reuniones, aunque los expertos empiezan ya a calcular cómo pueden restringir más sus políticas a través de la reducción de sus balances. Los tipos tocarán techo en ambos casos este año, y la siguiente pregunta es cuánto disminuirán la liquidez con la que han inundado el sistema en los últimos años.
Primero fue el 'aterrizaje suave' y ahora la 'desinflación inmaculada'. Se siguen sucediendo las expresiones de los economistas para definir un escenario en el que los bancos centrales han conseguido doblegar en relativo poco tiempo la elevada inflación sin asestar un duro golpe a las economías. Aunque todavía es muy pronto para saber si la Reserva Federal y sus homólogos conseguirán 'enhebrar la aguja', es útil clarificar conceptos.
Pese a que el arranque de año en las principales bolsas del mundo está siendo alcista, Bank of America (BofA) advierte de que vendrán caídas significativas. Según la entidad, la economía todavía no ha absorbido todo el impacto de la "agresiva" subida de los tipos de interés. El S&P 500 tiene un potencial bajista en la primera parte del año del 10% y el Stoxx 600 del 15%.
Los bancos centrales seguirán subiendo los tipos de interés este año. Un hecho adelantado por los propios responsables de las políticas monetarias y que también descuenta el mercado.
Los futuros de Wall Street se ponían sombríos este mediodía cuando la gran banca estadounidense descubría sus resultados trimestrales. La tendencia se ha confirmado tras la apertura. Los meses de subidas de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) se han notado positivamente en los números de los bancos. Han sido 425 puntos básicos de subida desde la primavera, y las entidades han visto un flujo mayor al de la época de los tipos al mínimo. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) encontró este jueves otro motivo para rebajar su tono restrictivo en 2023. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de diciembre en Estados Unidos cayó al 6,5% frente al 7,1% del mes anterior. Un dato que concordó con las proyecciones que hacía el mercado y que también coincidió con la evolución del IPC subyacente (en el 5,7%) que descarta la energía y alimentos básicos y que se sitúa en niveles no vistos en casi un año.
Los datos de la inflación desatan el debate en Wall Street. La subida de precios se ha moderado al 6,5%, allanando el camino para que la Fed queme más rápido etapas y acabe antes el ciclo de tipos altos. Algunos expertos han lanzado las campanas al vuelo y señalado este momento como un punto de inflexión clave, mientras que otros piden calma advirtiendo de que, pese a ser buenos datos, no supondrán una diferencia remarcable de los planes de la Reserva Federal.
Los altos cargos de la Reserva Federal comenzaron el nuevo año reiterando su preocupación por el aumento excesivo de la inflación en EEUU. Uno de sus presidentes regionales afirmó que las tasas de interés deberían mantenerse altas hasta bien entrado 2024 para enfriar el crecimiento de los precios.
Este miércoles se publicaron las actas de la última reunión de la Reserva Federal, la que se celebró durante el mes de diciembre. En ellas, entre otras muchas cuestiones, se dejaba claro que la mayoría de los miembros del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto) todavía se muestran muy reacios a bajar el ritmo de las subidas de tipos que tienen por objetivo combatir el incremento de la inflación. Pero el mercado no acaba de creérselo.
Los altos cargos de la Reserva Federal afirmaron el mes pasado su determinación de reducir la inflación y advirtieron que una relajación "injustificada" de las condiciones financieras perjudicaría sus esfuerzos por lograr la estabilidad de precios. Según reflejan las actas de la institución monetaria.