La decisión de la Reserva Federal de acelerar el ritmo en la retirada de los estímulos dada a conocer este miércoles puede tener implicaciones para determinar cuándo llegará la próxima recesión a Estados Unidos. Según indica Jim Reid, estratega de Deutsche Bank, duplicar el tapering abre el camino para que la primera subida de tasas del próximo ciclo monetario a este lado del Atlántico se produzca en el primer trimestre.
La curva de tasas o rendimientos de Estados Unidos lleva siendo noticia desde 2018-2019, cuando comenzó a aplanarse (la prima o diferencia de interés entre los bonos a corto y largo plazo se estrechaba). Esta era el preludio de que algo malo iba a pasar en la economía. Finalmente se invirtió en agosto de 2019 (el rendimiento del bono a 2 años supera al del bono a 10 años), vaticinando por octava vez la llegada de una recesión, que en esta ocasión era imposible de anticipar, al menos su desencadenante (el Covid-19), pero casualidad o no la anticipó. De este modo, la curva de tasas se ha invertido en los meses previos a la llegada de una recesión económica en ocho de las últimas nueve crisis, un indicador casi infalible. Ahora que la crisis ha llegado, la curva de tasas vuelve a coger pendiente positiva poco a poco, un movimiento habitual en medio de las recesiones y que tiene mucho que ver con las decisiones de los bancos centrales y los gobiernos, pero poco con el estado de la economía o la llegada de la recuperación económica.
La curva de tipos o rendimientos de EEUU lleva siendo noticia desde 2018-2019, cuando comenzó a aplanarse (la prima o diferencia de interés entre los bonos a corto y largo plazo se estrechaba). Este era el preludio de que algo malo iba a pasar en la economía. Finalmente se invirtió en agosto de 2019 (el rendimiento del bono a 2 años superó al del bono a 10 años), vaticinando por octava vez la llegada de una recesión, que en esta ocasión era imposible de anticipar, al menos su desencadenante (el Covid-19), pero casualidad o no la anticipó. De este modo, la curva de tipos se ha invertido en los meses previos a la llegada de una recesión económica en ocho de las últimas nueve crisis, un indicador casi infalible. Ahora que la crisis ha llegado, la curva de tipos vuelve a coger pendiente positiva poco a poco, un movimiento habitual en medio de las recesiones y que tiene mucho que ver con las decisiones de los bancos centrales y los gobiernos, pero poco con el estado de la economía o la llegada de la recuperación económica.
Con las tasas de interés en el 0%, los grifos de liquidez abiertos al máximo y los programas de compras cuantitativas de activos sin fecha de caducidad, la Reserva Federal de Estados Unidos tiene que rebuscar en su caja de herramientas para encontrar otro instrumento que apoye la economía, el empleo y la consecución del objetivo de inflación. En las últimas semanas está ganando fuerza lo que se conoce como el control de la curva de tasas, que no es ni más ni menos que establecer un objetivo para las tasas de interés a más largo plazo (normalmente poniendo el foco en el bono a 10 años). De esta forma se pretende que la financiación y el crédito para empresas y familias sea más atractivo por muy larga que sea su duración (hipotecas, bonos corporativos a varios años...). El control de la curva de tasas puede ser una buena opción para una Fed que parece descartar las tasas de interés negativas como herramienta efectiva en Estados Unidos. Así, en la que está siendo la recesión más aguda desde la Segunda Guerra Mundial, la Fed podría recuperar esta herramienta que usó entonces para facilitar la financiación del conflicto bélico.
Con los tipos de interés en el 0%, los grifos de liquidez abiertos al máximo y los programas de compras cuantitativas de activos sin fecha de caducidad, la Reserva Federal de EEUU tiene que rebuscar en su caja de herramientas para encontrar otro instrumento que apoye la economía, el empleo y la consecución del objetivo de inflación. En las últimas semanas está ganando fuerza lo que se conoce como el control de la curva de tipos, que no es ni más ni menos que establecer un objetivo para los tipos de interés a más largo plazo (normalmente poniendo el foco en el bono a 10 años). De esta forma se pretende que la financiación y el crédito para empresas y familias sea más atractivo por muy larga que sea su duración (hipotecas, bonos corporativos a varios años...). El control de la curva de tipos puede ser una buena opción para una Fed que parece descartar los tipos de interés negativos como herramienta efectiva en EEUU. Así, en la que está siendo la recesión más aguda desde la Segunda Guerra Mundial, la Fed podría recuperar esta herramienta que usó entonces para facilitar la financiación del conflicto bélico.
Parece increíble, pero la recesión, que ya se muestra imparable por el impacto del coronavirus, había sido vaticinada -una vez más- por la curva de rendimientos del bono americano hace un año. La Reserva Federal y decenas de economistas habían restado importancia a esta inversión de la curva de tipos -es cuando el interés del bono del Tesoro de EEUU a un año supera al de diez- que se que se produjo a finales de marzo de 2019. Parecía que el entorno de bajos tipos de interés y los rollizos balances de los bancos centrales podrían estar ayudando a la curva a invertirse de una forma más recurrente que en el pasado, sin que ello anticipase la llegada de una recesión. Un año después, la recesión parece estar a la vuelta de la esquina. ¿Sabía la curva de tipos que venía el coronavirus? No. Los inversores sabían lo mismo que el resto, pero el miedo a la desaceleración económica y la incertidumbre política, junto la casualidad, están a punto de completar el octavo acierto (y un solo fallo) de la curva desde 1955.
Parece increíble, pero la recesión, que ya parece imparable por el impacto del coronavirus, había sido vaticinada -una vez más- por la curva de rendimientos del bono americano hace un año. La Reserva Federal y decenas de economistas habían restado importancia a esta inversión de la curva de tipos (se produce cuando el interés del bono del Tesoro de Estados Unidos a un año supera al de diez) que se que se produjo a finales de marzo de 2019. Parecía que el entorno de bajos tipos de interés y los rollizos balances de los bancos centrales podrían estar ayudando a la curva a invertirse de una forma más recurrente que en el pasado, sin que ello anticipase la llegada de una recesión. Un año después, la recesión parece estar a la vuelta de la esquina. ¿Sabía la curva de tasas que venía el coronavirus? No. Los inversores sabían lo mismo que el resto, pero el miedo a la desaceleración económica y la incertidumbre política junto la casualidad están a punto de completar el octavo acierto (y un fallo) de la curva desde 1955.
La extensa y variada orografía española alberga varias de las carreteras más espectaculares de Europa. Curvas, acantilados, miradores... En nuestro país el placer de viajar por carretera alcanza cotas altísimas.