El 2022 fue un año que estuvo marcado por la crisis energética e inflacionaria, como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania. El conflicto generó repercusiones económicas que, incluso, alertaron sobre recesiones en las principales economías del globo. La avalancha de este evento provocó en España, entre otros, el desabastecimiento de productos, como el hielo, el cual también se vio afectado por su alta demanda en medio de la sequía y la ola de calor. Con estos antecedentes que se repiten este año cabe preguntarnos, ¿tendremos hielo este verano?
La actividad económica de las empresas se ve afectada por uno de los paradójicos problemas del mercado laboral español: la falta de mano de obra pese a elevado número de trabajadores en paro, esa brecha entre el perfil que precisa la empresa y lo que está dispuesto a asumir o es capaz de realizar el trabajador. Por quinto trimestre consecutivo, la encuesta del Banco de España sobre Actividad Empresarial (EBAE) muestra un aumento de las empresas afectadas por la escasez de mano de obra, en total un 35% de ellas.
Francia atraviesa por estos días una crisis por el desabastecimiento de uno de sus condimentos más preciados y simbólicos: la mostaza Dijon. Así es, el mal de la escasez también llegó a Francia, tal como el que se vive actualmente en nuestro país, pero por la falta de hielo en el mercado.
Las portadas de los medios en los últimos días muestran las neveras de hielo de los supermercados vacías y las estrategias de los almacenes para controlar su venta. Así es, nos enfrentamos a la dura realidad de no tener hielos para enfrentar la ola de calor que acompaña este verano. Las teorías de este fenómeno son varias: cese de fabricación, alta demanda (30%), pero la principal es la que apunta a la crisis energética. Independiente de cuál sea el motivo, toca pensar en alternativas para evitar su escasez. ¿La importación?
La Unión Europea ha tomado la decisión de recurrir temporalmente al carbón para hacer frente a la reducción de los flujos de gas desde Rusia y garantizar la seguridad de suministro el próximo invierno en el Viejo Continente. Sin embargo, algunos expertos ya advierten de que el plan de apertura de las centrales térmicas -ya anticipado por países como Alemania o Austria- podría verse amenazado, precisamente, por la escasez de carbón.
Los elevados precios de las materias primas tienen al mundo en vilo. La inflación ha alcanzado el 7% tanto en Estados Unidos como en Europa - un nivel no visto en décadas - y los consumidores europeos se enfrentan a pérdidas de poder adquisitivo equivalentes a las causadas por las crisis del petróleo de los años 70. La recuperación económica de la pandemia corre ahora el riesgo de estancarse, y el espectro de la estanflación se cierne sobre los países desarrollados, desde la Unión Europea hasta Japón.
Desde hace meses, la falta de camioneros en el Reino Unido mantiene herida a la economía del país. Aunque las largas colas en las gasolineras y las estanterías vacías se han reducido después de las semanas de crisis aguda, la situación está lejos de resolverse por completo. Y la asociación del sector, Logistics UK, ha presentado este lunes un informe en el que detalla el origen del problema: el desplome de casi una cuarta parte en el total de camioneros en el país, por una mezcla de la pandemia y el Brexit. Una situación que la fuerte subida de los salarios de los últimos meses no ha logrado resolver.
La escasez de trabajadores se ha convertido en uno de los grandes problemas para las empresas y la economía en general. La escasez está por todos lados y cada vez afecta a más sectores de la actividad, según advierten desde las empresas. Sin embargo, desde el lado del trabajador hay algunas piezas que no encajan del todo en esta hipótesis de la escasez de mano de obra: en España sigue habiendo más de tres millones de parados, mientras que en la zona euro la cifra supera los doce millones de desempleados. ¿Cómo puede ser que haya escasez de trabajadores a la vez que millones de personas buscan empleo sin suerte?
Aunque poco conocida para muchos, la holandesa ASML es el gigante tecnológico del que dependen casi todas las industrias. Fundada en 1984 y valorada actualmente en 329.000 millones de dólares, es la única compañía del mundo capaz de construir las complejas máquinas que fabrican los microchips más avanzados. Con su última invención, la High NA, la empresa busca redefinir la electrónica global.
En plena escasez de materias primas, China ha anunciado la creación de una de las mayores empresas estatales de tierras raras del mundo. Un movimiento estratégico con el que el gigante asiático pretende mantener su dominio en la cadena de suministro mundial.
Los microprocesadores mueven el mundo. Sin ellos, la tecnología daría un salto de medio siglo para anclarse en la prehistoria de los circuitos integrados. Al recalcar lo anterior, decenas de sectores económicos tiemblan ante la prolongación de la escasez de chips durante los próximos meses. Las expectativas no invitan al optimismo. Por lo pronto, un informe de Deloitte apunta que la escasez de semiconductores durará hasta principios de 2023. Eso significa que las empresas estarán condenadas a seguir esperando entre 10 y 20 semanas para adquirir determinados tipos de chips.
La Navidad cada vez está más cerca y la alargada sombra de la crisis de suministros sigue acechando. De seguir como hasta ahora, su última víctima sería el sector de las bebidas alcohólicas de Reino Unido y Estados Unidos. Todo parece indicar que a más de uno le esperan unas fiestas muy secas.
La recuperación económica global se está topando con un enemigo inesperado: los cuellos de botella. Tras años de exceso de capacidad (una demanda insuficiente para tanta oferta) que han mantenido la inflación en niveles históricamente bajos, la reactivación repentina de la economía ha dado la vuelta a la tortilla, al menos de forma temporal. Ahora, la falta de capacidad a corto plazo se ha convertido en el gran obstáculo para la economía, suponiendo una amenaza para el crecimiento y para la inflación.
La escasez de microchips se ha convertido en el primer problema de aquellos sectores muy relacionados con la tecnología. Hasta tal punto que desde Apple ya están alertando de que habrá problemas para adquirir sus productos de cara a Navidad, de hecho, ya está habiendo problemas para encontrar más de uno. Pero sin duda el sector más castigado es el de la automoción.
La escasez de suministros derivada de la crisis de trabajadores no es un problema que afecte exclusivamente a Reino Unido. Mientras en los supermercados británicos hay estantes vacíos y puede que estas Navidades no se pueda cenar pavo, en los de Estados Unidos será difícil encontrar productos de marcas tan conocidas como Kellogg's o Ben & Jerry's, entre otros.
El Gobierno de China ha instado este martes a la población a hacer acopio de alimentos y todos aquellos productos que puedan necesitar en caso de una emergencia de cara al invierno ante una posible escasez producida por fenómenos meteorológicos y brotes de coronavirus.
La nueva historia de la inflación comenzó gestarse a finales de 2020. Tras un año de caídas en los precios provocadas por la pandemia del covid, las expectativas y los análisis de algunas instituciones empezaron a vaticinar (a finales de 2020) una fuerte reestructuración del IPC para 2021, pero sin grandes sobresaltos. Sin embargo, la poderosa recuperación económica y el alza de las materias primas convirtieron esa reestructuración de precios en una inflación intensa, pero "puramente transitoria", según los bancos centrales. Una vez más las previsiones se quedaron cortas y la transitoriedad ha demostrado ser, cuanto menos, persistente.
La crisis de suministros está azotando a gran parte del planeta. Reino Unido es uno de los países que más se está viendo afectado por este problema. La escasez de productos es notable al pasear por los supermercados, y la incertidumbre está asolando a la sociedad británica.
Desde hace años, Papá Noel recibe una enorme cantidad de pedidos de productos de Apple para repartir en Navidad. Pero esta temporada se enfrenta a una cruda realidad: la compañía está bajo mínimos y buena parte de los aparatos que venderán este año tardarán semanas en llegar a los clientes.
Hace algo más de un año, cuando la pandemia del covid-19 llegó a Europa, la población se dejó llevar por el pánico saturando los supermercados y dejando las estanterías vacías (acabando con el stock de algunos bienes). Hoy, algo similar podría estar sucediendo pero con la industria y el retail como protagonistas. El miedo a un posible desabastecimiento en Navidad está llevando a estos agentes a comprar por encima de sus necesidades y mucho antes de lo esperado, generando cuellos de botella en unas cadenas de suministro que ya se encontraban tensionadas por la falta de personal y los límites generados por la variante delta.
Los años 70 están de moda otra vez. Pero en el Reino Unido, aquella década no evoca la música disco ni la transición, sino una inflación desbocada, superior al 20%, que tumbó varios Gobiernos y llevó a una década de durísimos ajustes. Y la hostelería británica ha sido la primera en disparar la alerta roja. En una declaración en la comisión de Comercio y Energía del Parlamento británico, el presidente de la Federación de Alimentos y Bebidas (FDF, por sus siglas en inglés) del país, Ian Wright, advirtió de que los precios se están disparando "entre un 16 y un 18%" para los hosteleros. "Es una situación terrorífica", resumió.
La crisis de trabajadores en Reino Unido no tiene visos de mejorar, más bien todo lo contrario. Mientras el primer ministro británico, Boris Johnson, sigue enfrascado en paliar la escasez de conductores de camiones, otro sector amenaza con sufrir las consecuencias de la salida de trabajadores cualificados tras el Brexit: la banca.
Las granjas del Reino Unido se enfrentan a la preocupante posibilidad de tener que sacrificar a sus cerdos, ya que la escasez de trabajadores ha dejado a 120.000 animales sin un lugar adonde ir. La grave crisis de trabajadores, producida por la combinación del Brexit y la pandemia, ha obligado a los procesadores de carne a reducir las tasas de sacrificio hasta un 25% desde principios de agosto, dijo el viernes la Asociación Nacional de Cerdos en una carta a los minoristas del Reino Unido. Esto ha dejado a las granjas con un exceso de animales, que han intentado colocar en cualquier sitio, desde graneros para el ganado hasta cobertizos de patatas, y muchos de ellos ya "simplemente se han quedado sin espacio", dijo la asociación.
Sigue la escasez de gasolina por Reino Unido. Según los datos de este jueves, solo un 26% de estaciones de servicio estaban completamente surtidas y un 27% estaban sin una sola gota, una cifra similar a la del miércoles. Y, ante una ola de advertencias de que la crisis puede desembocar en unas Navidades desabastecidas, el ministro de Justicia y viceprimer ministro, Dominic Raab, dijo esta mañana que se estaban planteando obligar a los internos en las prisiones británicas a conducir camiones, "para reducir su riesgo de reincidencia", alegó.
Del "No hay escasez de gasolina" con el que varios ministros británicos pedían calma el viernes a los ciudadanos a las imágenes de peleas callejeras en estaciones de servicio han pasado apenas tres días. En ese tiempo, un pánico generalizado en el Reino Unido ha resultado en largas colas y falta de combustible en entre un 50% y un 90% de las gasolineras, según la Asociación de Minoristas de Combustible del país. Y mientras tanto, el Gobierno de Boris Johnson ha descartado movilizar por ahora al Ejército para conducir los camiones de gasolina que llevan semanas varados, dentro de una oleada de desabastecimiento que mantiene al Reino Unido en tensión desde hace un mes.
En un mundo cada vez más polarizado, la moda mantiene su papel de lenguaje universal. Hoy en día, hay nuevos elementos que definen el estatus, como los coches Tesla, pero los clásicos se mantienen. El valor de lucir un bolso Birkin de Hermes o un reloj Rolex es atemporal. Un carácter exclusivo marcado no solo por el precio, sino porque cada vez son más difíciles de conseguir debido al incremento de la demanda, pero no de la oferta, y a la escasez de materias primas.
El Reino Unido se enfrenta a una "escasez permanente" de alimentos y bebidas debido a la falta de mano de obra, según advirtió este viernes Ian Wright, director de la Federación de Alimentos y Bebidas del país. "La situación va a empeorar, pero no creo que rebote y se recupere en mucho tiempo", dijo.
Primero fueron los coches y los aparatos electrónicos, por culpa de la escasez de semiconductores. Después, los problemas se extendieron a algunos alimentos, especialmente en el Reino Unido. Pero esta semana se ha unido un sector más a la larga lista de afectados por problemas de suministros: los muebles. Ikea ha empezado a informar de falta de inventarios en Europa, y la situación no parece que vaya a mejorar a corto plazo si las cadenas de suministro mundiales siguen igual de afectadas.
Durante la campaña del referéndum del Brexit, cuando el entonces ministro de Economía británico, George Osborne, hablaba de que la salida de la UE provocaría una falta de suministros, subidas de precios y despidos, el líder del la opción de salir, Boris Johnson, denunciaba aquellas predicciones como "la campaña del miedo", y su mano derecha, Michael Gove, decía que los británicos "hemos tenido ya suficiente con los expertos y sus predicciones". Cinco años después, y con la ayuda inestimable de una pandemia que ha sacudido las economías de medio mundo, el actual primer ministro y su ministro del Brexit, Johnson y Gove, se enfrentan a una realidad tan preocupante como la que pronosticaba Osborne: falta de suministros, un mercado laboral completamente desajustado y una inflación que está recalentándose a marchas forzadas. Una situación que deja al actual premier con dos opciones muy duras: permitir un ajuste natural, o dar marcha atrás a algunos de sus principios del Brexit.